El 22 de mayo de 2024 amaneció como nuestro último día en Roma. Mientras preparábamos las maletas en nuestra habitación de Ponte Galería, era evidente que nuestro viaje por Barcelona, París y Roma llegaba a su fin. La mezcla de emociones era palpable: por un lado, la satisfacción de haber completado un viaje tan ambicioso; por otro, la ligera melancolía de dejar atrás la ciudad eterna.
Durante el desayuno, repasamos mentalmente los momentos vividos en los últimos cuatro días. Roma, con su inmensa carga histórica y su bulliciosa vida urbana, había sido una experiencia intensa. Ahora, con todo listo para partir, nos preparábamos para cerrar este capítulo de nuestro viaje.
El viaje de vuelta: Una salida sin complicaciones #
La ubicación de Ponte Galería, cerca del aeropuerto de Roma Fiumicino, resultó ser una ventaja considerable en nuestro último día. Sin la presión de un largo trayecto hasta el aeropuerto, pudimos tomarnos la mañana con calma. A las 8:30 cogimos el autobús lanzadera que nos llevaría al aeropuerto, con tiempo de sobra para nuestro vuelo de Volotea previsto para las 10:05.
El trayecto al aeropuerto nos ofreció una última mirada a la periferia de Roma. Una vez en Fiumicino, los trámites de facturación y control de seguridad transcurrieron sin incidentes. Ya en la puerta de embarque, la realidad de nuestro inminente regreso a casa se hizo más patente.
Nuestro vuelo despegó con un pequeño retraso a las 10:20, marcando el final oficial de nuestra estancia en Roma. Durante las dos horas y poco de vuelo hasta Bilbao, tuvimos tiempo de charlar sobre los momentos más destacados del viaje y de empezar a asimilar todo lo que habíamos vivido.
Reflexiones sobre Roma: Una ciudad que abruma #
Conforme avanzaba el vuelo, mis pensamientos volvían una y otra vez a Roma. Cuatro días, sin duda, es un tiempo muy escaso para apreciar todo lo que esta ciudad milenaria tiene que ofrecer. Sin embargo, fueron suficientes para formar una opinión bastante definida, una mezcla de asombro, cierta desilusión y, sobre todo, la sensación de estar ante una ciudad que sobrepasa al visitante.
Roma es, indiscutiblemente, un museo al aire libre. Cada calle, cada plaza, cada edificio rebosa historia. El Coliseo, el Vaticano con su imponente Basílica de San Pedro, y la Fontana di Trevi son solo la punta del iceberg de un patrimonio histórico y artístico inabarcable. Esta riqueza es, paradójicamente, parte del problema: hay tanto que ver que resulta abrumador.
La masificación turística es otro factor que, en mi opinión, juega en contra de Roma. Las largas colas, los vendedores ambulantes omnipresentes y la sensación constante de estar en un parque temático histórico más que en una ciudad viva, empañan en cierta medida la experiencia. Además, echo en falta ese aire moderno y cosmopolita que caracteriza a otras capitales europeas, lo que me deja con la impresión de que Roma vive demasiado anclada en su pasado.
Reflexiones sobre el turismo moderno: Entre expectativas y realidad #
Al planificar este viaje, teníamos claro que sería un tour exprés por Europa para nuestros familiares brasileños. Sobre el papel, la idea era ambiciosa: mostrarles lo máximo posible de Barcelona, París y Roma en el menor tiempo. Sin embargo, la realidad del viaje reveló una discrepancia interesante entre las expectativas iniciales y el comportamiento real de nuestros acompañantes.
El calor de mayo en Roma, junto con el cansancio acumulado de días de largas caminatas, empezó a pasar factura. Nuestros familiares, que inicialmente expresaron su deseo de verlo todo, comenzaron a mostrar signos de fatiga turística. Curiosamente, su interés se centraba casi exclusivamente en las atracciones más famosas - el Coliseo, el Vaticano, la Fontana di Trevi - mientras que los tesoros menos conocidos de la ciudad pasaban completamente desapercibidos.
Esta experiencia me hizo reflexionar sobre una tendencia que parece cada vez más común en el turismo actual. Muchos viajeros, especialmente aquellos más influenciados por las redes sociales, parecen más interesados en "coleccionar" fotos de lugares icónicos que en sumergirse realmente en la cultura y la vida cotidiana de los lugares que visitan. Es como si el viaje se convirtiera en una carrera para conseguir la foto perfecta para Instagram, en lugar de una experiencia para disfrutar y aprender.
El dilema del viajero moderno: Vivir vs. Compartir #
Observando a nuestros familiares, me di cuenta de que gran parte de su experiencia estaba mediada por sus smartphones. Cada visita a un lugar famoso iba acompañada de una sesión de fotos, seguida inmediatamente por el tiempo dedicado a elegir la mejor imagen, editarla y subirla a las redes sociales. Este comportamiento parecía restarle espontaneidad y autenticidad a la experiencia del viaje.
Me encontré pensando en cómo este enfoque contrasta con la idea tradicional de viajar para ampliar horizontes, aprender sobre otras culturas y crecer personalmente. Nuestros familiares parecían más preocupados por documentar que estuvieron en Roma que por experimentar realmente la ciudad. Pasamos por alto oportunidades de probar la auténtica cocina local en favor de restaurantes turísticos cerca de las principales atracciones. Las conversaciones con los lugareños fueron escasas, limitadas principalmente a interacciones en tiendas de souvenirs.
Este fenómeno no es exclusivo de nuestros familiares, sino que parece ser un reflejo de una tendencia más amplia en la sociedad actual. La necesidad de validación a través de las redes sociales está cambiando la forma en que viajamos y experimentamos nuevos lugares. La pregunta que surge es: ¿estamos realmente viajando para nosotros mismos o para nuestra audiencia en línea?
Buscando un equilibrio en los viajes #
A pesar de estas observaciones, el viaje tuvo sin duda sus momentos valiosos. Ver la emoción en los rostros de nuestros familiares al contemplar por primera vez el Coliseo o el Vaticano fue genuinamente conmovedor. Y aunque gran parte de su experiencia parecía estar filtrada a través de la lente de sus cámaras, espero que los recuerdos que se lleven vayan más allá de las fotos en sus galerías.
Como organizador del viaje, me quedo con la reflexión de que quizás en el futuro sea necesario encontrar un mejor equilibrio. Tal vez sea importante incluir explícitamente en el itinerario momentos para "perderse" en la ciudad, para sentarse en una plaza sin un objetivo concreto, o para interactuar con la gente local. Aunque, siendo realistas, es difícil cambiar los hábitos y expectativas de viaje de las personas, especialmente cuando están tan influenciadas por la cultura de las redes sociales.
En última instancia, cada viajero debe encontrar su propia forma de experimentar un nuevo lugar. Mi esperanza es que, con el tiempo, nuestros familiares puedan mirar atrás y ver que Roma es mucho más que una colección de monumentos famosos. Que puedan recordar no solo las fotos que tomaron, sino también los aromas, los sabores, los sonidos y las sensaciones que hacen de Roma una ciudad única.
Alojamiento y presupuesto: Lidiando con los altos costes de Roma #
Un aspecto que no puedo dejar de mencionar es el elevado coste del alojamiento en Roma. La búsqueda de un lugar para hospedarnos se convirtió en todo un reto, obligándonos a mirar más allá del centro histórico para encontrar opciones que se ajustaran a nuestro presupuesto. Esta búsqueda nos llevó a Ponte Galería, en las afueras de la ciudad, una decisión que inicialmente nos generó dudas pero que resultó ser un acierto inesperado.
Alojarnos lejos del centro nos permitió experimentar una faceta de Roma que muchos turistas no llegan a conocer. Los precios en bares y restaurantes locales eran notablemente más bajos que en el centro turístico, lo que nos permitió disfrutar de la auténtica cocina italiana sin arruinarnos. Más allá de lo económico, fueron las interacciones con los lugareños las que realmente enriquecieron nuestra estancia.
La amabilidad de la gente en Ponte Galería fue una grata sorpresa. Desde el dueño del pequeño bar junto a la estación hasta el personal del hotel, todos parecían genuinamente interesados en hacer que nuestra estancia fuera agradable. Una experiencia particularmente curiosa fue comprar los billetes de tren en el bar de la estación, un detalle que me recordó a mis veranos de infancia en el pueblo gallego de mi madre.
Conclusiones: El valor inesperado de un viaje no deseado #
Al comenzar el descenso hacia Bilbao, hice un balance final de nuestra experiencia en Roma. La verdad es que este era un viaje que inicialmente no quería hacer. Se trataba más bien de un compromiso que había que cumplir por la visita de nuestros primos brasileños, y no me ilusionaba especialmente. Sin embargo, decidí emprender el viaje con la mente abierta, y si duda, lo he disfrutado muchísimo.
Esta experiencia me ha recordado una lección importante: cuando compartes un viaje, debes ser flexible y adaptarte. A lo largo de estos días, he intentado transmitir mi filosofía de viaje a nuestros familiares, aunque no estoy seguro de que el mensaje haya cuajado completamente. La forma en que cada uno experimenta un lugar es muy personal, y no siempre podemos influir en ello.
A pesar de los desafíos y las diferencias en nuestros estilos de viaje, este recorrido por Roma ha dejado recuerdos que atesoraré. Me llevo conmigo momentos de asombro compartido ante la grandeza del Coliseo, risas en las estrechas calles del Trastevere, y la unión familiar que se forja al enfrentar juntos los retos de navegar por una ciudad extranjera.
Roma, con su eterna belleza y sus eternas contradicciones, quedará en mi memoria no solo por sus monumentos y su historia, sino por los momentos compartidos con mi familia y por haberme recordado el valor de mantener siempre una actitud abierta al viajar. Y eso, más que cualquier atracción turística, es el verdadero regalo de viajar.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Esenciales Urbanos
A lo largo de mis viajes, he descubierto que cada ciudad tiene un latido único, una esencia que la define. En 'Esenciales Urbanos', comparto contigo esos momentos y lugares que, para mí, capturan el alma de cada destino que he explorado.
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