El sol se eleva sobre los antiguos tejados de Roma, marcando el inicio de nuestro cuarto día en la Ciudad Eterna. El aire está cargado de anticipación mientras nos preparamos para un itinerario que promete ser un fascinante recorrido por siglos de historia, arte y cultura.
Con una mezcla de emoción y reverencia, nos disponemos a sumergirnos en la inagotable riqueza que esta ciudad milenaria tiene para ofrecer.
Basílica de San Pietro in Vincoli: Un encuentro inesperado con el genio de Miguel Ángel #
Nuestra primera parada es la Basílica de San Pietro in Vincoli, un tesoro escondido en el corazón de Roma. Esta iglesia, cuyo nombre significa "San Pedro encadenado", alberga las supuestas cadenas que ataron al apóstol Pedro durante su encarcelamiento en Jerusalén. Sin embargo, lo que realmente atrae a visitantes de todo el mundo es la presencia de una de las obras maestras más reconocidas de Miguel Ángel: el Moisés.
Al entrar en la basílica, nuestros ojos se dirigen inmediatamente hacia la imponente estatua de Moisés. Esculpida entre 1515 y 1516, esta obra formidable fue originalmente concebida como parte del monumento funerario del Papa Julio II. La figura de Moisés, sentada pero llena de tensión contenida, parece a punto de levantarse en cualquier momento. Los detalles son asombrosos: desde la expresión intensa y concentrada del rostro hasta las venas que parecen palpitar en sus brazos y las suaves ondulaciones de su barba.
En este momento, vivimos una experiencia surrealista cuando nuestros primos de Brasil, que nos acompañaban en este viaje, confesaron no conocer esta obra emblemática de Miguel Ángel. Ver sus expresiones de asombro al contemplar por primera vez la majestuosidad del Moisés fue un recordatorio poderoso de cómo el arte puede sorprendernos y emocionarnos, sin importar nuestra procedencia o conocimientos previos. Sus ojos se abrieron de par en par, sus bocas formaron una 'O' silenciosa, y por un momento, el tiempo pareció detenerse mientras absorbían la grandeza de la obra frente a ellos.
Esta experiencia nos hizo reflexionar sobre el poder del arte para trascender fronteras y culturas, y cómo Roma, con sus innumerables tesoros, sigue siendo capaz de maravillar incluso a los viajeros más experimentados.
Un recorrido por las basílicas papales: Santa María la Mayor #
Dejando atrás la intensidad de nuestra experiencia en San Pietro in Vincoli, nos dirigimos hacia la Basílica papal de Santa María la Mayor. Esta imponente iglesia, una de las cuatro basílicas mayores de Roma, se alza majestuosa sobre la colina del Esquilino, dominando el paisaje urbano.
Al acercarnos, la fachada barroca del siglo XVIII nos da la bienvenida, pero es al cruzar sus puertas cuando la verdadera magnificencia de la basílica se revela. El interior nos transporta inmediatamente a la época paleocristiana, con su nave central flanqueada por columnas antiguas y adornada con mosaicos que datan del siglo V.
Alzamos la vista y quedamos maravillados ante el espectacular techo artesonado, cuyo dorado resplandeciente parece capturar y reflejar la luz de manera sobrenatural. Nos cuentan que este techo fue financiado con el primer oro traído de América, un detalle que conecta este antiguo lugar de culto con la era de los descubrimientos y la expansión europea.
Avanzamos lentamente por la nave, deteniéndonos para admirar los mosaicos que narran historias del Antiguo Testamento. En el ábside, un magnífico mosaico del siglo XIII representa la coronación de la Virgen, rodeada de intrincados patrones florales y figuras de santos.
Bajo el altar mayor se encuentra la Cripta de la Natividad, que según la tradición contiene reliquias del pesebre de Jesús. La atmósfera en esta parte de la basílica es particularmente solemne, y observamos cómo algunos peregrinos se arrodillan en silenciosa oración.
Santa María de los Ángeles y los Mártires: El renacimiento de las termas romanas #
Nuestra siguiente parada nos lleva a la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires, un ejemplo fascinante de cómo la Roma antigua se funde con la cristiana. Situada en lo que una vez fueron las imponentes Termas de Diocleciano, esta iglesia es un testimonio del genio de Miguel Ángel en sus últimos años.
Al aproximarnos, la fachada austera no prepara al visitante para la grandiosidad del interior. Cruzamos el umbral y nos encontramos en un espacio que desafía nuestra percepción. Las enormes bóvedas que una vez cubrieron las salas de las termas ahora albergan una iglesia de proporciones colosales.
Miguel Ángel, encargado de la transformación en el siglo XVI, aprovechó ingeniosamente la estructura existente. El resultado es un interior que combina la monumentalidad romana con la espiritualidad cristiana. Nos maravillamos ante el tepidarium, ahora convertido en la nave transversal de la iglesia, con sus impresionantes columnas de granito original que se elevan hacia el cielo.
Una de las características más fascinantes es el meridiano solar diseñado por Francesco Bianchini en 1702. Una delgada línea de bronce cruza el suelo de mármol, y un pequeño agujero en el techo permite que un rayo de sol marque la hora y la fecha exactas al mediodía. Es un recordatorio sorprendente de cómo la ciencia y la fe coexistían en la Roma barroca.
Mientras recorremos la basílica, no podemos evitar sentirnos pequeños ante la grandeza del espacio. Las pinturas y esculturas que adornan las capillas laterales parecen casi diminutas en comparación con la escala del edificio. Es un lugar que nos invita a la contemplación, no solo de la fe, sino también del paso del tiempo y de cómo las civilizaciones se construyen unas sobre otras.
Palazzo Barberini: El esplendor del Barroco romano desde el exterior #
Dejando atrás las basílicas, nos adentramos en el mundo del poder y la opulencia de la Roma barroca con nuestra visita al Palazzo Barberini. Aunque no entramos al interior del palacio, que alberga la Galería Nacional de Arte Antiguo, la majestuosidad de su arquitectura exterior es suficiente para dejarnos boquiabiertos.
Al acercarnos, la fachada del palacio se despliega ante nosotros como un telón teatral. Diseñado por Carlo Maderno y completado por Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, el edificio es una obra maestra de la arquitectura barroca. La grandiosidad de la estructura es un reflejo directo del poder y la ambición de la familia Barberini, cuyo miembro más ilustre se convirtió en el Papa Urbano VIII.
Nos detenemos en el amplio patio delantero, desde donde podemos admirar la imponente fachada. Las tres plantas del palacio se elevan majestuosamente, con sus ventanas ricamente decoradas y la loggia central que domina la composición. Las abejas, símbolo de la familia Barberini, aparecen en varios elementos decorativos de la fachada, recordándonos el poder y la influencia de esta familia en la Roma del siglo XVII.
Aunque no podemos ver la famosa escalera helicoidal de Borromini ni los frescos interiores, la grandeza exterior del palacio es suficiente para transportarnos a la época del Barroco romano. Imaginamos las fiestas suntuosas y las intrigas políticas que debieron tener lugar tras estos muros, en una época en que el arte, la política y la religión se entrelazaban de manera inextricable.
El Palazzo Barberini, incluso visto solo desde el exterior, es un testimonio impresionante del esplendor del Barroco romano. Su arquitectura nos habla de una época en la que las grandes familias de Roma competían por mostrar su poder y riqueza a través de sus palacios y su patronazgo de las artes.
Mientras nos alejamos del palacio, llevamos con nosotros la imagen de su imponente fachada, un recordatorio tangible de la grandeza de la Roma barroca y del papel crucial que jugaron familias como los Barberini en la configuración de la ciudad que vemos hoy.
Nuestra Señora de la Concepción de los Capuchinos: Modestia exterior, historia fascinante #
Nuestra siguiente parada es la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de los Capuchinos en la elegante Via Veneto. Aunque solo la vemos desde el exterior, su fachada modesta capta nuestra atención, contrastando con el opulento estilo barroco tan común en Roma.
La iglesia, construida entre 1626 y 1631, refleja en su exterior los valores de humildad de la orden Capuchina. Observamos el escudo de armas de los Barberini en la parte superior, recordándonos el patrocinio del Papa Urbano VIII.
Una rápida búsqueda en internet nos revela un fascinante dato: bajo la iglesia se encuentra una famosa cripta decorada con los huesos de miles de frailes capuchinos. Aunque no podemos verla, la idea de esta inusual exhibición nos hace reflexionar sobre las diferentes formas en que las culturas abordan la mortalidad.
La ubicación de esta austera iglesia en la ahora lujosa Via Veneto ofrece un interesante contraste, invitándonos a pensar en las múltiples capas de historia y significado que coexisten en Roma. Mientras nos alejamos, apreciamos cómo incluso un vistazo exterior a este lugar puede ofrecer una ventana fascinante a la compleja tapicería cultural y espiritual de la Ciudad Eterna.
La Fontana di Trevi: Belleza barroca y desafíos modernos #
Nuestro recorrido nos lleva ahora a uno de los monumentos más emblemáticos de Roma: la Fontana di Trevi. Mientras nos acercamos, el sonido del agua cayendo se hace cada vez más fuerte, hasta que, al doblar una esquina, la fuente se revela ante nosotros en toda su gloria barroca.
La Fontana di Trevi es una obra maestra del siglo XVIII, diseñada por Nicola Salvi y completada por Giuseppe Pannini. El tema central es el "Triunfo de Neptuno", con el dios del mar emergiendo de un arco triunfal, flanqueado por tritones y caballos marinos. La fuente, con su combinación de escultura, arquitectura y el elemento dinámico del agua, es el epítome del estilo barroco.
Sin embargo, nuestra admiración por esta obra de arte se ve teñida por la realidad de la gestión turística moderna. La plaza está abarrotada, con cientos de personas luchando por acercarse lo suficiente para lanzar la tradicional moneda sobre el hombro. Guardias vigilantes advierten constantemente a los visitantes que no se sienten en los bordes de la fuente o se metan en el agua.
Lo que debería ser un momento de contemplación serena se convierte en una experiencia agridulce. La belleza barroca de la fuente contrasta fuertemente con la masa de turistas que se empujan y se amontonan para tomar la foto perfecta. Es un claro ejemplo de cómo un monumento puede convertirse en una pesadilla de gestión turística.
Esta situación nos lleva a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan las ciudades históricas como Roma en la era del turismo masivo. ¿Cómo se puede preservar la integridad de estos tesoros culturales y al mismo tiempo permitir que millones de visitantes los disfruten cada año? ¿Es posible encontrar un equilibrio entre la accesibilidad y la conservación?
A pesar del caos, logramos acercarnos lo suficiente para lanzar nuestras monedas. Según la tradición, esto garantiza nuestro regreso a Roma. Mientras observamos las monedas hundirse en las aguas cristalinas, no podemos evitar esperar que, cuando regresemos, encontremos una forma más armoniosa de experimentar este icono romano.
De la Piazza Colonna a la Piazza di Spagna: El corazón elegante de Roma #
Dejando atrás el bullicio de la Fontana di Trevi, nos dirigimos hacia la elegante Piazza Colonna. Esta plaza, que toma su nombre de la imponente Columna de Marco Aurelio que se alza en su centro, es el corazón político de la Italia moderna, albergando el Palazzo Chigi, sede del gobierno italiano.
La Columna de Marco Aurelio, erigida entre los años 180 y 193 d.C., se eleva majestuosamente a 39,7 metros de altura. Su superficie está cubierta por un friso en espiral que narra las campañas militares del emperador contra los germanos y los sármatas. Es un testimonio impresionante del arte narrativo romano y de la propaganda imperial. Nos detenemos un momento para admirar los detalles de las escenas de batalla que se despliegan hacia el cielo, maravillándonos de cómo han sobrevivido casi dos milenios de historia urbana.
Desde aquí, caminamos por las concurridas calles hasta llegar a la icónica Piazza di Spagna. La vista que nos recibe es verdaderamente espectacular: la famosa escalinata de la Trinità dei Monti se despliega ante nosotros como un gran abanico de piedra, coronada por la iglesia que le da nombre.
La Piazza di Spagna, nombrada así por la cercana embajada española, ha sido durante siglos el corazón de la Roma más cosmopolita y elegante. En el centro de la plaza, la Fontana della Barcaccia, obra de Pietro Bernini (padre del famoso Gian Lorenzo), burbujea suavemente. Su forma de "barca hundida" se dice que fue inspirada por una inundación del Tíber en el siglo XVI.
Subimos lentamente los 135 escalones de la Scalinata di Trinità dei Monti, deteniéndonos en cada descanso para admirar la vista cada vez más amplia de la ciudad. A medida que ascendemos, notamos cómo la plaza debajo de nosotros se va llenando de vida: turistas tomando fotos, locales disfrutando de un gelato, artistas callejeros realizando sus actuaciones.
Al llegar a la cima, nos tomamos un momento para recuperar el aliento y admirar la vista panorámica de Roma que se extiende ante nosotros. La cúpula de San Pedro se distingue en la distancia, recordándonos la vastedad de esta ciudad eterna.
Trinità dei Monti: Un mirador privilegiado de Roma #
En la cima de la escalinata, nos detenemos para admirar la iglesia de Trinità dei Monti. Esta iglesia del siglo XVI, con sus dos torres gemelas, es un ejemplo notable de la arquitectura renacentista tardía y manierista. Aunque no entramos en su interior, su fachada imponente y su ubicación estratégica nos cautivan.
Lo que más nos impresiona es la vista desde el atrio de la iglesia. Desde aquí, Roma se despliega ante nosotros como un mapa tridimensional, con sus cúpulas, torres y tejados naranjas extendiéndose hasta donde alcanza la vista. Es un recordatorio visual de por qué Roma es conocida como la Ciudad Eterna, una metrópolis que ha sobrevivido y prosperado durante milenios.
Parque del Pincio y Villa Borghese: Un oasis verde en el corazón de Roma #
Desde Trinità dei Monti, nos dirigimos hacia el cercano Parque del Pincio. A medida que caminamos, la ciudad va quedando a nuestros pies, ofreciéndonos vistas cada vez más espectaculares.
El Pincio, una de las siete colinas de Roma, nos regala una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Desde aquí, el paisaje urbano de Roma se despliega ante nosotros: un mar de tejados rojos salpicado de cúpulas y campanarios, con la inmensa cúpula de San Pedro dominando el horizonte.
Continuamos nuestro paseo adentrándonos en los extensos jardines de Villa Borghese. Este vasto parque público, antiguamente los jardines privados de la poderosa familia Borghese, es un oasis de tranquilidad en medio del bullicio urbano.
Caminamos por senderos sombreados, pasando junto a estatuas antiguas y fuentes ornamentales. Nos detenemos en el pequeño lago artificial en el centro del parque, donde alquilamos un bote de remos y pasamos un rato relajante en el agua, disfrutando del sol de la tarde y de la vista de las familias romanas que disfrutan de su tiempo libre en el parque.
La Villa Borghese no es solo un parque, sino también un centro cultural. Aunque no tenemos tiempo de visitarla hoy, hacemos una nota mental para volver otro día a la Galería Borghese, hogar de una de las colecciones de arte más impresionantes de Roma, incluyendo obras maestras de Bernini, Caravaggio y Rafael.
Plaza del Popolo: La puerta norte de la Roma histórica #
Descendiendo desde el Pincio, llegamos a la expansiva Plaza del Popolo. Esta gran plaza circular, que una vez marcó la entrada norte de la ciudad, nos recibe con su imponente obelisco egipcio en el centro, traído a Roma por Augusto en el año 10 a.C.
La plaza está dominada por las "iglesias gemelas" de Santa Maria in Montesanto y Santa Maria dei Miracoli, cuyas cúpulas similares crean una entrada simétrica a las tres calles principales que parten de la plaza: Via del Corso, Via del Babuino y Via di Ripetta.
Nos tomamos un momento para apreciar la majestuosidad de la plaza y su importancia histórica. Durante siglos, esta fue la primera visión de Roma para los viajeros que llegaban del norte, y aún hoy conserva ese aire de grandeza y bienvenida.
Via Condotti y Via del Corso: El corazón de la moda y el comercio romano #
Desde la Plaza del Popolo, nos adentramos en la Via del Corso, una de las arterias comerciales más importantes de Roma. Esta larga y recta calle, que sigue el trazado del antiguo Via Lata romano, nos ofrece una experiencia de compras variada y accesible.
La Via del Corso bulle de actividad: turistas y locales se mezclan en una marea humana que fluye entre tiendas de moda, cafeterías y heladerías. Nos detenemos en una gelateria tradicional para disfrutar de un helado artesanal, saboreando los intensos sabores de pistacho y stracciatella mientras observamos el ir y venir de la gente.
Giramos luego hacia la Via Condotti, una de las calles comerciales más exclusivas de Roma. Esta calle, que se extiende desde la Piazza di Spagna hasta la Via del Corso, es el epicentro de la alta moda en Roma.
Caminamos lentamente, admirando los escaparates de las boutiques de lujo: Gucci, Prada, Bulgari, Valentino... Cada tienda es un templo dedicado a la moda y el diseño italiano. Aunque no hacemos grandes compras, disfrutamos observando el desfile de estilos y la elegancia innata de los romanos que pasean por la calle.
El Panteón: Grandeza antigua y desafíos modernos #
Dejando atrás el bullicio comercial, nos encontramos frente al majestuoso Panteón. Su imponente pórtico con columnas corintias nos transporta instantáneamente dos mil años atrás. Aunque no entramos, la fachada es suficiente para dejarnos boquiabiertos.
Comparto con el grupo mis recuerdos de visitas anteriores, cuando el acceso era gratuito, describiendo la impresionante cúpula y el famoso óculo. Observo con nostalgia que ahora el acceso es de pago, un cambio necesario para la conservación, pero que marca el fin de una era.
La plaza frente al Panteón, normalmente vibrante, está parcialmente oculta por obras de renovación. Andamios y vallas obstaculizan la vista de la fuente y el obelisco. Esta situación nos recuerda que incluso Roma necesita mantenimiento constante.
A pesar de los inconvenientes, la vista del Panteón sigue siendo impresionante. Nos marchamos con una mezcla de asombro por su antigüedad y curiosidad por cómo se verá la plaza renovada.
Piazza Navona: El epítome del barroco romano #
Nuestra última parada del día nos lleva a la Piazza Navona, quizás la plaza barroca más hermosa de Roma. Al entrar en la plaza, quedamos impresionados por su forma ovalada, que sigue el trazado del antiguo estadio de Domiciano sobre el que fue construida.
La plaza está dominada por tres fuentes espectaculares. En el centro se encuentra la magnífica Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, coronada por un obelisco egipcio. Las figuras que representan los grandes ríos de los cuatro continentes conocidos en el siglo XVII (el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata) son un tour de force del estilo barroco, llenas de movimiento y expresividad.
En los extremos de la plaza se encuentran la Fuente del Moro y la Fuente de Neptuno, completando el trío de maravillas acuáticas que dan vida a la plaza.
Nos sentamos en la terraza de uno de los cafés que bordean la plaza, ordenando un aperitivo mientras observamos el ajetreo de la vida romana. Artistas callejeros entretienen a los turistas, parejas pasean de la mano, y los camareros se mueven ágilmente entre las mesas.
Mientras el sol comienza a ponerse, la luz dorada del atardecer romano baña la plaza, creando un espectáculo de luces y sombras sobre las fachadas barrocas de los palacios y la iglesia de Sant'Agnese in Agone.
Reflexionando sobre nuestro día, nos damos cuenta de que hemos atravesado más de dos milenios de historia en unas pocas horas. Desde la Roma imperial del Panteón hasta el esplendor barroco de la Piazza Navona, pasando por el Renacimiento y llegando hasta la Roma moderna de las boutiques de moda, hemos experimentado la increíble estratificación histórica que hace de Roma una ciudad única en el mundo.
Agotados pero satisfechos, nos dirigimos de vuelta a nuestro hotel, sabiendo que apenas hemos arañado la superficie de lo que Roma tiene para ofrecer. Cada calle, cada plaza, cada edificio cuenta una historia, y nos vamos a dormir con la emoción de saber que mañana nos esperan nuevas aventuras en la Ciudad Eterna.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Esenciales Urbanos
A lo largo de mis viajes, he descubierto que cada ciudad tiene un latido único, una esencia que la define. En 'Esenciales Urbanos', comparto contigo esos momentos y lugares que, para mí, capturan el alma de cada destino que he explorado.
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