Octubre de 2018 marcó el comienzo de mi viaje a Boston, una experiencia que empezó con un día completo dedicado al transporte. A continuación, os cuento los detalles de esta primera jornada, que aunque cansada, estuvo llena de expectativas.
El despegue desde casa #
La mañana del sábado 13 de octubre comenzó temprano en Bilbao. A las 08:55, abordé el vuelo VY1421 de Vueling con destino a Barcelona. Tras poco más de una hora de vuelo, aterrizamos en la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat a las 10:05. El primer tramo de mi viaje había concluido, pero la aventura apenas comenzaba.
La espera en Barcelona #
Con varias horas por delante hasta mi próximo vuelo, decidí aprovechar al máximo mi tiempo en el aeropuerto de Barcelona. Comencé con un paseo por las terminales, observando el ir y venir de viajeros de todo el mundo.
Encontré un rincón tranquilo cerca de mi puerta de embarque y saqué mi portátil. Había descargado previamente algunas películas para la ocasión, y me sumergí en ellas, dejando que el tiempo pasara mientras mi mente alternaba entre la trama en la pantalla y los pensamientos sobre las aventuras que me esperaban al otro lado del Atlántico.
Entre película y película, pensaba en cómo sería Boston, qué experiencias me aguardaban y cómo serían las personas que conocería. Estas preguntas hacían que las horas de espera pasaran rápidamente.
Cruzando el Atlántico #
Finalmente, a las 16:00, llegó el momento de abordar el vuelo IB2625 de Level con destino a Boston. Me acomodé en mi asiento para el largo viaje que me esperaba. Durante las 8 horas y 15 minutos de vuelo, alternó entre leer, ver más películas y descansar.
A las 18:15 hora local, aterrizamos en el Aeropuerto Internacional Logan de Boston. El cambio de hora y el largo viaje me habían dejado algo cansado, pero la emoción de estar finalmente en suelo americano me mantenía despierto.
Llegada a la ciudad #
El control de pasaportes fue sorprendentemente rápido. Como viajaba solo con equipaje de mano, pude dirigirme directamente a la parada de la Silver Line (SL1) sin necesidad de pasar por la recogida de equipajes.
Había investigado previamente la mejor manera de llegar a mi alojamiento en Arlington, y el transporte público parecía la opción más eficiente y económica. El viaje en la Silver Line desde el aeropuerto hasta South Station fue gratuito y duró unos 25 minutos. A través de las ventanas del autobús, pude ver cómo el paisaje cambiaba gradualmente de las instalaciones aeroportuarias a los rascacielos del centro de Boston.
En South Station, hice transbordo a la Línea Roja del metro. Es importante mencionar que este tramo también es gratuito, ya que el autobús te deja en la zona interior de las canceladoras. El sistema de metro de Boston, conocido localmente como "The T", me pareció eficiente y fácil de navegar.
Desde Davis Square, opté por caminar hasta mi Airbnb en Arlington en lugar de tomar el autobús. Aunque estaba cansado, el paseo de 15 minutos me permitió estirar las piernas después del largo viaje y tener mi primer contacto real con las calles de la zona.
Mi hogar temporal #
Ya entrada la noche, llegué a mi alojamiento. Con el código proporcionado, entré en la casa y bajé al sótano donde se encontraba mi habitación. Allí, una nota de bienvenida me esperaba, un gesto que inmediatamente me hizo sentir como en casa.
La habitación era acogedora y estaba bien equipada. Aunque el baño estaba dos pisos arriba, en el primer piso, descubrí que nunca estaba ocupado y siempre estaba impecablemente limpio. Las escaleras de madera crujían un poco, lo que hacía que las visitas nocturnas al baño fueran menos discretas de lo que me hubiera gustado, pero considerando el precio y la ubicación, era un pequeño inconveniente que podía tolerar fácilmente.
Primeras impresiones y preparativos #
Después de organizar mis cosas, decidí salir a explorar un poco el vecindario y buscar un supermercado. Mientras caminaba por las calles tranquilas de Arlington, comencé a sentir que esta ciudad podría convertirse en un segundo hogar durante mi estancia.
Encontré un supermercado cercano y compré algunas provisiones para los próximos días. La variedad de productos y marcas diferentes a las que estaba acostumbrado en España me recordó que estaba en un país nuevo, lleno de cosas por descubrir.
De vuelta en la casa, preparé una cena ligera en la cocina compartida. Aunque no me encontré con ninguno de mis compañeros de casa esa noche, la cocina bien equipada y el ambiente acogedor me hicieron sentir bienvenido.
Finalmente, bajé a mi habitación para descansar. Mientras me preparaba para dormir, reflexioné sobre el largo día que había tenido. Desde Bilbao hasta Boston, había sido un viaje de casi 24 horas, lleno de nuevas experiencias.
A pesar del cansancio, me costó conciliar el sueño. Mi mente estaba llena de planes para los días siguientes, imaginando todas las cosas que quería ver y hacer en Boston. El leve jet lag y la anticipación se mezclaban, manteniéndome despierto un poco más de lo que hubiera querido.
Este primer día, aunque mayormente dedicado al viaje, había sentado las bases para lo que prometía ser una interesante estancia en Boston. La mezcla de cansancio y expectación creó una sensación única que solo se experimenta al inicio de un gran viaje.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Esenciales Urbanos
A lo largo de mis viajes, he descubierto que cada ciudad tiene un latido único, una esencia que la define. En 'Esenciales Urbanos', comparto contigo esos momentos y lugares que, para mí, capturan el alma de cada destino que he explorado.
Descubre todos mis Esenciales Urbanos