Viajes éticos: Mis reflexiones sobre ser un turista responsable en el mundo actual
Necesitamos repensar cómo viajamos
Sentado en la terraza de un café en el corazón de Barcelona, observo el ir y venir de la gente. Turistas con sus cámaras, locales apurados camino al trabajo, vendedores ambulantes ofreciendo sus mercancías. Es en momentos como este cuando me pregunto: ¿cuál es mi lugar en este paisaje urbano como viajero? ¿Estoy contribuyendo positivamente a esta ciudad que me acoge o soy parte de un problema mayor?
Estos pensamientos me han acompañado en mis últimos viajes, y creo que es hora de compartirlos. Como blogger de viajes y viajero frecuente, siento la responsabilidad de reflexionar sobre el impacto de nuestras aventuras en el mundo.
El despertar de una conciencia viajera #
Recuerdo vívidamente el momento en que empecé a cuestionar mi forma de viajar. Fue durante un viaje a República Dominicana hace ya muchos años. Me encontraba en una hermosa playa de Punta Cana, rodeado de otros turistas occidentales, todos bebiendo cócteles en vasos de plástico. De repente, me di cuenta de que no había interactuado con ningún local más allá de los camareros del resort. ¿Era esto realmente viajar? ¿Estaba experimentando la verdadera República Dominicana o solo una versión sanitizada para turistas?
Este momento marcó un antes y un después en mi forma de ver los viajes. Desde entonces, he intentado ser más consciente de mis decisiones como turista, buscando formas de viajar que sean más éticas y sostenibles.
El dilema del viajero moderno #
Ser un turista ético en el siglo XXI no es tarea fácil. Por un lado, los viajes nos brindan oportunidades increíbles para aprender sobre otras culturas, ampliar nuestros horizontes y crear conexiones globales. Por otro lado, el turismo masivo puede tener efectos devastadores en las comunidades locales y el medio ambiente.
He visto de primera mano cómo ciudades hermosas como Venecia o Nueva York luchan contra la marea del overtourism. Residentes locales desplazados por el aumento de los alquileres, tradiciones convertidas en espectáculos para turistas, espacios públicos abarrotados hasta el punto de ser casi inhabitables para los locales. Es fácil sentirse culpable, pensar que quizás deberíamos dejar de viajar por completo.
Pero no creo que esa sea la solución. En su lugar, creo que necesitamos repensar cómo viajamos.
Mis principios para un viaje más ético #
A lo largo de los años, he desarrollado algunos principios personales que intento seguir en mis viajes. Estos no son reglas rígidas, sino más bien guías que me ayudan a tomar decisiones más conscientes y éticas mientras exploro el mundo:
Priorizar lo local: #
- Siempre que sea posible, busco experiencias de alojamiento que me conecten directamente con la comunidad local. Una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido fue alojarme con una familia local en el Bronx durante mi viaje a Nueva York. Esta experiencia me permitió ver la ciudad desde una perspectiva completamente diferente a la de un turista típico, y me dio una comprensión mucho más profunda de la vida cotidiana en la Gran Manzana.
- En cuanto a la comida, intento evitar los restaurantes internacionales y opto por probar la gastronomía local. En Shanghai, por ejemplo, descubrí que algunos de los mejores platos los encontré en pequeños puestos callejeros y restaurantes familiares, donde no solo disfruté de sabores auténticos, sino que también pude interactuar directamente con los cocineros locales.
Respetar el entorno: #
- Soy muy consciente de la importancia de mantener limpios los lugares que visito. Siempre me aseguro de recoger mi propia basura, especialmente en playas y durante excursiones al monte. Recuerdo especialmente un trekking que hice en Islandia, donde no solo llevamos nuestra propia basura hasta el final de la ruta donde había contenedores, sino que también recogimos algunos residuos que encontramos en el camino.
- Además, siempre llevo mi propia botella de agua reutilizable para reducir el uso de plásticos de un solo uso. Es un pequeño gesto, pero si todos los visitantes hicieran lo mismo, el impacto sería significativo.
Sumergirme en la cultura: #
- Antes de cada viaje, intento aprender al menos algunas frases básicas del idioma local. Mi experiencia hablando portugués en Portugal, aunque inicialmente torpe, siempre fue recibida con aprecio por parte de los locales, quienes valoraban el esfuerzo por comunicarme en su idioma.
- También busco formas de conectar directamente con la gente local. En Estambul, por ejemplo, en lugar de limitarme a los tours turísticos habituales, conocí a un local a través de Instagram. Esta experiencia me permitió ver la ciudad a través de los ojos de alguien que vive allí, descubriendo lugares fuera del circuito turístico y obteniendo una comprensión más profunda de la cultura y la vida cotidiana en la ciudad.
Viajar fuera de temporada: #
- He descubierto que viajar en temporada baja no solo me ayuda a evitar las multitudes, sino que también distribuye el impacto del turismo a lo largo del año. Mi visita a Budapest en febrero fue una experiencia increíble: pude disfrutar de la ciudad sin las aglomeraciones típicas del verano y sentí que tenía una experiencia más auténtica de la vida cotidiana en la ciudad.
- Además, viajar fuera de temporada suele ser más económico y permite una interacción más genuina con los locales, que no están tan saturados de turistas como en temporada alta.
Calidad sobre cantidad: #
- En lugar de intentar visitar la mayor cantidad de lugares posible, prefiero pasar más tiempo en menos destinos. En mi viaje al sudeste asiático, en lugar de intentar recorrer varios países en pocas semanas, decidí dedicar 12 días solo a Singapur. Esta decisión me permitió explorar la ciudad-estado a fondo, descubrir rincones menos conocidos, y realmente sumergirme en su fascinante mezcla de culturas.
- Esta forma de viajar me permite tener una conexión más profunda con cada lugar, entender mejor su cultura y ritmo de vida, y contribuir de manera más significativa a la economía local al quedarme más tiempo.
Estos principios no son perfectos y no siempre puedo seguirlos al pie de la letra. Sin embargo, me dan un marco de referencia para tomar decisiones más conscientes en mis viajes. Creo firmemente que si cada viajero adopta aunque sea uno o dos de estos principios, podemos colectivamente hacer una gran diferencia en cómo impactamos los lugares que visitamos.
Los desafíos del turismo ético #
Sin embargo, ser un viajero ético no siempre es fácil. A menudo implica hacer sacrificios en términos de conveniencia o comodidad. Puede significar pagar un poco más por opciones más sostenibles o pasar más tiempo investigando antes de un viaje.
También me he encontrado luchando con el "greenwashing" en la industria turística. ¿Cuántas veces he visto hoteles presumir de ser "eco-friendly" solo porque piden a los huéspedes que reutilicen sus toallas? La línea entre el marketing y la sostenibilidad real a menudo es borrosa.
Y luego está el dilema de los vuelos. Como alguien que ama viajar, me resulta difícil reconciliar mi pasión con el impacto ambiental de los viajes aéreos. He intentado compensar mis emisiones de carbono, pero sé que no es una solución perfecta.
Mirando hacia el futuro #
A pesar de estos desafíos, sigo siendo optimista sobre el futuro del turismo. Creo que la pandemia nos ha dado una oportunidad única para repensar cómo viajamos. He notado un creciente interés en el turismo lento, en experiencias más auténticas y en formas de viajar más sostenibles.
También estoy emocionado por las innovaciones tecnológicas que están haciendo que el turismo ético sea más accesible. Desde aplicaciones que conectan a los viajeros con guías locales hasta plataformas que permiten a los turistas contribuir directamente a proyectos comunitarios, la tecnología está abriendo nuevas posibilidades para viajar de manera más responsable.
Una llamada a la acción #
Al final del día, creo que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de considerar el impacto de nuestros viajes. No se trata de ser perfecto, sino de ser consciente y hacer lo mejor que podamos.
Así que, la próxima vez que planees un viaje, te invito a hacerte algunas preguntas: ¿Cómo puedes apoyar mejor a la comunidad local? ¿Qué puedes hacer para minimizar tu impacto ambiental? ¿Cómo puedes buscar conexiones más auténticas con el lugar y su gente?
Viajar es un privilegio increíble, y con ese privilegio viene la responsabilidad de hacerlo de la manera correcta. Puede que sea un desafío a veces, pero creo que el esfuerzo vale la pena. Porque al final, los mejores viajes son aquellos que no solo nos enriquecen a nosotros, sino también a los lugares y las personas que encontramos en el camino.
¿Y tú? ¿Cómo piensas hacer tus próximos viajes más éticos? El mundo está esperando ser explorado, y depende de nosotros hacerlo de la manera correcta.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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