En la era de Instagram y el turismo masivo, es fácil caer en la trampa de visitar lugares solo porque "hay que verlos". Durante años, me dejé llevar por esta corriente, pero poco a poco he ido descubriendo una forma de viajar que me resulta mucho más satisfactoria. En este artículo, comparto mi experiencia personal sobre cómo he cambiado mi forma de viajar y por qué ahora busco experiencias más auténticas y menos masificadas.

La trampa de los destinos típicos #

Hubo un tiempo en el que mi lista de destinos soñados parecía sacada de un catálogo de agencia de viajes: París, con su Torre Eiffel y sus cafés en las aceras; Roma, con el Coliseo y sus plazas renacentistas; Venecia, con sus canales románticos y sus góndolas... Todos estos lugares parecían obligatorios, destinos que tenía que visitar para considerarme un "verdadero viajero".

Pero un día, mientras hacía cola para subir a la Torre Eiffel, rodeado de cientos de turistas todos intentando hacer la misma foto para Instagram, me di cuenta de que algo no encajaba. ¿Era esto realmente lo que buscaba al viajar?

Repensando mis motivaciones #

Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre mis verdaderas motivaciones para viajar. ¿Qué buscaba realmente cuando emprendía un viaje? ¿Era el reconocimiento en redes sociales? ¿La satisfacción de tachar destinos de una lista? ¿O había algo más profundo que quería encontrar en mis travesías?

Me di cuenta de que había perdido de vista lo que realmente me atraía de viajar: conocer nuevas culturas, vivir experiencias únicas, aprender sobre formas de vida diferentes a la mía. Los destinos típicos, aunque hermosos e históricos, a menudo ofrecían una experiencia bastante superficial y homogénea debido a la masificación turística.

Descubriendo el encanto de lo menos transitado #

Decidí entonces cambiar mi enfoque. En lugar de perseguir los destinos más populares, comencé a buscar experiencias más auténticas y menos masificadas.

Un punto de inflexión fue un road trip por Islandia. Lejos de las multitudes de turistas que abarrotan las capitales europeas, me encontré conduciendo por carreteras solitarias, rodeado de paisajes de una belleza sobrecogedora. Cascadas, glaciares, playas de arena negra... cada día traía nuevos descubrimientos.

Lo que más me impactó fue la sensación de conexión con la naturaleza y la cultura local. En pequeños pueblos pesqueros, tuve la oportunidad de charlar con islandeses sobre sus tradiciones, su forma de vida, su relación con un entorno a veces hostil pero siempre impresionante. Estas conversaciones, estos momentos de conexión genuina, me aportaron mucho más que cualquier selfie en un lugar famoso.

Viajando con un nuevo propósito #

A partir de esta experiencia, comencé a abordar mis viajes de una manera completamente nueva. Ya no se trataba de visitar lugares típicos, sino de buscar experiencias que me permitieran sumergirme en la cultura local y aprender algo nuevo.

Algunas de las formas en que ahora intento viajar incluyen:

1. Alojamiento local: Siempre que es posible, evito las grandes cadenas hoteleras y opto por alojamientos más pequeños y gestionados por locales. Casas rurales, pequeños bed and breakfast, incluso apartamentos alquilados a residentes... estos lugares no solo suelen ser más económicos, sino que ofrecen una experiencia mucho más auténtica.
2. Aprender el idioma básico: Antes de viajar a un país, intento aprender al menos algunas frases básicas en el idioma local. Un simple "hola", "gracias" o "por favor" en el idioma del lugar puede abrir muchas puertas y mostrar respeto por la cultura local.
3. Explorar la gastronomía: La comida es una parte fundamental de cualquier cultura. En lugar de buscar restaurantes internacionales, ahora me esfuerzo por probar la cocina local, visitar mercados, e incluso participar en clases de cocina cuando es posible.
4. Participar en festividades locales: Si tengo la oportunidad, intento planificar mis viajes para coincidir con festivales o celebraciones locales. Es una forma fantástica de sumergirse en la cultura y las tradiciones del lugar.
5. Salir de las rutas turísticas: Aunque sigo visitando los lugares más emblemáticos de cada destino, ahora dedico más tiempo a explorar barrios menos turísticos, pueblos cercanos, o zonas naturales menos conocidas.

Conclusión: Redefiniendo lo que significa viajar #

Este cambio en mi forma de viajar ha transformado completamente mis experiencias. Ya no regreso a casa con una simple colección de fotos de lugares famosos, sino con recuerdos de encuentros significativos, nuevas perspectivas y un entendimiento más profundo de las culturas que he visitado.

No se trata de menospreciar los destinos populares o de convertirse en un viajero "superior". Lugares como París, Roma o Venecia siguen teniendo mucho que ofrecer. Se trata más bien de buscar un equilibrio, de no dejarse llevar solo por lo que está de moda en Instagram, sino de buscar experiencias que realmente nos enriquezcan.

El verdadero valor de viajar, para mí, ya no está en la cantidad de lugares famosos que puedo visitar, sino en cómo cada viaje me ayuda a crecer, a ampliar mis horizontes y a conectar con personas y culturas diferentes.