Stuttgart, la capital del estado de Baden-Württemberg, es una ciudad que sorprende a cada paso. Enclavada entre colinas y viñedos, esta urbe alemana combina a la perfección la tradición con la modernidad, ofreciendo al visitante una experiencia única que va mucho más allá de los coches de lujo por los que es famosa.
Schlossplatz #
La Plaza del Castillo es el corazón palpitante de Stuttgart. Nada más llegar, me quedé boquiabierto ante la majestuosidad del Neues Schloss, el Nuevo Palacio, que domina la plaza con su imponente fachada barroca. Es un lugar perfecto para sentarse en el césped, disfrutar del sol (si el tiempo acompaña) y observar el ir y venir de la gente.
Lo que más me gustó fue el contraste entre la arquitectura histórica y la vida moderna que bulle a su alrededor. Verás a gente haciendo picnic, estudiantes con sus libros y hasta algún que otro músico callejero amenizando la tarde. Si tienes la suerte de visitar Stuttgart en Navidad, no te pierdas el mercadillo que montan aquí. El aroma a Glühwein y las luces te transportarán a un cuento de hadas.
Markthalle #
Si eres un amante de la gastronomía como yo, la Markthalle o Mercado Cubierto te va a encantar. Este edificio modernista de 1914 es un festín para los sentidos. Nada más entrar, el olor a especias, quesos y embutidos te envuelve.
Me pasé horas deambulando entre los puestos, probando especialidades locales como los Spätzle (una pasta típica de la región) o el Maultaschen (una especie de ravioli gigante). Lo mejor es que puedes comprar para llevar o sentarte en alguno de los pequeños restaurantes del mercado a degustar tus compras. ¡Ojo con las Schwarzwälder Kirschtorte (tarta Selva Negra)! Son adictivas.
Bohnenviertel #
El Barrio de las Judías es como un viaje en el tiempo. Sus callejuelas empedradas y casas de entramado de madera te transportan a la Edad Media. Aquí vivían los trabajadores y artesanos de la ciudad, y aunque hoy en día se ha convertido en una zona de moda, aún conserva ese encanto de antaño.
Me encantó perderme por sus calles, descubriendo pequeñas tiendas de artesanía, cafés acogedores y bodegas donde puedes probar los vinos de la región. Si tienes la oportunidad, visítalo al atardecer. La luz dorada bañando las fachadas crea una atmósfera mágica que no olvidarás.
Fernsehturm Stuttgart #
Aunque no soy muy fan de las alturas, tengo que admitir que la vista desde la Torre de Televisión de Stuttgart merece la pena. Fue la primera torre de televisión del mundo construida en hormigón armado, y desde su mirador a 150 metros de altura, la panorámica de la ciudad y los viñedos circundantes es espectacular.
Subí justo antes del atardecer, y ver cómo la ciudad se iba iluminando poco a poco mientras el sol se ponía fue una experiencia casi mística. Eso sí, si sufres de vértigo, quizás quieras pensártelo dos veces. Yo me agarré a la barandilla como si me fuera la vida en ello.
Staatsgalerie Stuttgart #
Para los amantes del arte como yo, la Staatsgalerie es una parada obligatoria. El edificio en sí ya es una obra de arte, con su mezcla de arquitectura clásica y posmoderna. Pasé horas recorriendo sus salas, admirando obras desde el Renacimiento hasta el arte contemporáneo.
Lo que más me impresionó fue la colección de obras expresionistas alemanas. Ver de cerca los cuadros de Otto Dix o Max Beckmann fue toda una experiencia. Y si el tiempo acompaña, no dejes de dar una vuelta por el jardín de esculturas. Es un oasis de paz en medio de la ciudad.
Weissenhof Estate #
Como aficionado a la arquitectura, visitar el Weissenhof Estate fue como un sueño hecho realidad. Este conjunto de viviendas, construido en 1927 como parte de una exposición de arquitectura moderna, es un auténtico museo al aire libre del movimiento Bauhaus.
Paseando por sus calles, me sentí transportado a la vanguardia del siglo XX. Las líneas limpias, los grandes ventanales y el uso innovador del espacio me dejaron fascinado. La casa diseñada por Le Corbusier, hoy convertida en museo, es la joya de la corona. Si te interesa la arquitectura, no puedes perdértela.
Killesbergpark #
Después de tanto asfalto, el Killesbergpark fue como un soplo de aire fresco. Este parque, creado sobre una antigua cantera, es un verdadero pulmón verde en el corazón de Stuttgart. Me encantó pasear por sus senderos, admirando los jardines temáticos y las esculturas dispersas por el parque.
Si vas con niños (o si eres un niño grande como yo), no dejes de subir a la torre de observación. Es una estructura de cables de acero que parece desafiar la gravedad. La subida puede dar un poco de vértigo, pero las vistas desde arriba son increíbles. Y si coincide con tu visita, no te pierdas la feria de verano que se celebra aquí. El ambiente festivo es contagioso.
Mercedes-Benz Museum #
Vale, sé que dije que prefería las visitas gratuitas, pero el Museo Mercedes-Benz merece cada céntimo de su entrada. Incluso si no eres un entusiasta de los coches, la historia de la automoción que se cuenta aquí es fascinante. El edificio en sí ya es impresionante, con su diseño en forma de doble hélice.
Lo que más me gustó fue ver la evolución de los coches a lo largo del tiempo, desde los primeros modelos hasta los prototipos futuristas. Y sí, me hice la típica foto junto al famoso Mercedes plateado de las carreras. ¿Quién puede resistirse?
Waldfriedhof #
Puede parecer una elección extraña para una visita turística, pero el Cementerio del Bosque de Stuttgart es un lugar de una belleza serena que merece la pena explorar. Más que un cementerio, es un parque natural donde la naturaleza y el recuerdo se entrelazan de forma armoniosa.
Pasear entre los árboles centenarios, leyendo las lápidas y descubriendo pequeñas capillas ocultas entre la vegetación, fue una experiencia sorprendentemente reconfortante. Me encantó la sensación de paz que se respira aquí, tan lejos del bullicio de la ciudad. Es un lugar perfecto para reflexionar y conectar con la historia de la ciudad de una manera diferente.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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