Shanghai, una ciudad que te cautiva desde el primer momento. Esta megalópolis china es un fascinante crisol donde la tradición milenaria se funde con la modernidad más frenética.
Sus rascacielos futuristas se alzan junto a templos antiguos, mientras que callejuelas llenas de historia desembocan en avenidas repletas de neones. Es un lugar donde el contraste es la norma y donde cada rincón tiene una historia que contar.
El Bund #
El paseo del Bund es, sin duda, el corazón palpitante de Shanghai. Recuerdo caminar por este malecón a orillas del río Huangpu, sintiendo cómo la historia y el futuro se daban la mano. A un lado, los majestuosos edificios de estilo colonial europeo me transportaban a la época en que Shanghai era un enclave internacional. Al otro, el skyline de Pudong se alzaba imponente, con sus rascacielos futuristas que parecían tocar el cielo.
El ambiente era electrizante, con turistas y locales mezclándose en un ir y venir constante. Me encantó ver cómo al caer la noche, las luces de los edificios se encendían, creando un espectáculo visual difícil de olvidar. Sin duda, el Bund es el lugar perfecto para sentir el pulso de esta ciudad única.
Jardines Yuyuan #
Adentrarse en los Jardines Yuyuan es como viajar en el tiempo a la China imperial. Este oasis de paz en medio del bullicio de la ciudad me sorprendió gratamente. Recuerdo perderme entre sus sinuosos senderos, admirando los estanques con peces koi, los pabellones de madera tallada y los puentes de zigzag.
La arquitectura tradicional china se mostraba en todo su esplendor, con tejados curvos y dragones de piedra vigilando cada rincón. Me fascinó especialmente el Salón de la Primavera, con sus intrincados diseños y la sensación de tranquilidad que transmitía.
Aunque había bastantes turistas, pude encontrar momentos de soledad para sentarme y disfrutar de la serenidad del lugar. Sin duda, los Jardines Yuyuan son un remanso de paz en medio del frenético ritmo de Shanghai.
Templo del Buda de Jade #
Visitar el Templo del Buda de Jade fue una experiencia espiritual única. Recuerdo el aroma del incienso que impregnaba el aire mientras me acercaba a este lugar sagrado. La estatua del Buda de Jade, de un blanco inmaculado, me dejó sin palabras. Es impresionante pensar en el viaje que hizo esta reliquia desde Birmania hasta Shanghai.
El templo en sí es un ejemplo magnífico de la arquitectura budista china. Me encantó observar a los monjes realizando sus rituales y a los fieles ofreciendo sus oraciones. Aunque no soy budista, pude sentir la energía especial del lugar.
Lo que más me impresionó fue la calma que se respiraba en el templo, en contraste con el bullicio de la ciudad que quedaba fuera. Fue un recordatorio de la importancia de la espiritualidad en la cultura china, incluso en una metrópolis tan moderna como Shanghai.
Calle Nanjing #
Caminar por la calle Nanjing es sumergirse de lleno en el Shanghai más comercial y moderno. Esta avenida, una de las más famosas del mundo, es un festín para los sentidos. Recuerdo la multitud de gente, los escaparates iluminados y el constante zumbido de actividad.
Me sorprendió la mezcla de tiendas tradicionales chinas con grandes marcas internacionales. Desde sedas y tés hasta la última tecnología, parecía que se podía encontrar de todo en esta calle. Aunque no soy muy aficionado a las compras, disfruté enormemente del ambiente y la energía del lugar.
Lo que más me gustó fue observar el contraste entre los edificios históricos y los modernos centros comerciales. Era como ver la evolución de Shanghai condensada en una sola calle. Y por la noche, con los neones encendidos, el espectáculo visual era simplemente impresionante.
Parque Fuxing #
El Parque Fuxing fue un descubrimiento encantador durante mi visita a Shanghai. Este espacio verde en medio de la ciudad me ofreció una visión única de la vida cotidiana de los shanghaineses. Recuerdo pasar horas simplemente sentado en un banco, observando a la gente.
Vi grupos de ancianos practicando tai chi por la mañana, parejas paseando tranquilamente y niños jugando alegremente. Me fascinó especialmente un grupo de personas que practicaban caligrafía china con agua en el suelo, viendo cómo sus hermosos trazos se evaporaban lentamente bajo el sol.
El lago artificial en el centro del parque, con sus botes de remos, añadía un toque romántico al lugar. Fue refrescante encontrar este remanso de tranquilidad en medio de una ciudad tan frenética como Shanghai.
Concesión Francesa #
Pasear por la Concesión Francesa fue como hacer un viaje en el tiempo al Shanghai de principios del siglo XX. Las calles arboladas, los edificios de estilo art deco y las villas coloniales creaban una atmósfera única, muy diferente al resto de la ciudad.
Me encantó perderme por sus callejuelas, descubriendo pequeñas tiendas de antigüedades, cafeterías con encanto y boutiques de diseñadores locales. El contraste entre este barrio y las zonas más modernas de Shanghai era fascinante.
Uno de mis momentos favoritos fue sentarme en una terraza de la calle Huaihai, observando el ir y venir de la gente mientras disfrutaba de un café. La Concesión Francesa es, sin duda, un lugar donde el pasado y el presente de Shanghai conviven en perfecta armonía.
Mercado de Yuyuan #
La visita al Mercado de Yuyuan fue una explosión de colores, aromas y sensaciones. Este bazar tradicional, situado junto a los Jardines Yuyuan, me sumergió de lleno en la cultura china más auténtica. Recuerdo la emoción de explorar sus estrechos callejones, repletos de tiendas y puestos que vendían de todo.
Me fascinó la arquitectura tradicional de los edificios, con sus tejados curvos y decoraciones elaboradas. Pero lo que realmente me cautivó fue la variedad de productos: desde las famosas bolitas de sésamo y los dumplings de sopa, hasta las artesanías más delicadas y los souvenirs más curiosos.
Aunque el lugar estaba abarrotado de turistas, pude sentir la autenticidad del mercado. Los olores de la comida callejera, los gritos de los vendedores y el regateo constante creaban una atmósfera única. Sin duda, el Mercado de Yuyuan es un lugar imprescindible para sumergirse en la cultura y las tradiciones de Shanghai.
Xintiandi #
Xintiandi me sorprendió gratamente como un ejemplo perfecto de cómo Shanghai ha sabido reinventar su patrimonio. Este barrio peatonal, con sus casas shikumen restauradas, combina a la perfección la arquitectura tradicional con un ambiente moderno y sofisticado.
Pasear por sus calles adoquinadas fue como hacer un viaje en el tiempo. Las antiguas casas de ladrillo, ahora convertidas en restaurantes de moda, galerías de arte y tiendas exclusivas, me fascinaron. Me encantó descubrir cómo cada edificio guardaba una historia, desde los que albergaron importantes eventos históricos hasta los que ahora son hogar de innovadoras propuestas gastronómicas.
Por la noche, Xintiandi cobra vida de una manera especial. Las terrazas se llenan de gente, las luces crean una atmósfera mágica y la música en vivo completa la experiencia. Fue el lugar perfecto para terminar mis días de exploración con una cena relajada y un cóctel, observando cómo locales y turistas se mezclaban en este rincón único de Shanghai.
Paseo en ferry por el río Huangpu #
Para terminar mi visita a Shanghai, decidí tomar un ferry por el río Huangpu al atardecer. Esta experiencia me ofreció una perspectiva completamente diferente de la ciudad. Desde el agua, pude apreciar el contraste entre las dos orillas del río de una manera espectacular.
A un lado, el Bund se extendía majestuoso con sus edificios coloniales iluminados. Al otro, los rascacielos de Pudong se alzaban imponentes, con la Torre de la Perla Oriental destacando como un faro futurista. Ver cómo las luces de la ciudad se encendían gradualmente mientras el sol se ponía fue simplemente mágico.
El paseo en ferry no solo me proporcionó vistas increíbles, sino que también me dio un momento de reflexión sobre la dualidad de Shanghai: una ciudad donde el pasado y el futuro coexisten en perfecta armonía. Fue el broche de oro perfecto para mi visita a esta metrópolis fascinante y llena de contrastes.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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