Rennes, la capital de la región de Bretaña en el noroeste de Francia, es una ciudad que sorprende por su mezcla de historia y modernidad. Con sus calles empedradas, sus edificios de entramado de madera y su vibrante vida estudiantil, Rennes ofrece una experiencia única que combina el encanto del pasado con la energía del presente.
Plaza de la Alcaldía (Place de la Mairie) #
La Plaza de la Alcaldía es el corazón palpitante de Rennes. Nada más llegar, nos quedamos boquiabiertos ante la majestuosidad del Ayuntamiento, un edificio neoclásico que domina la plaza con su imponente fachada. Lo curioso es que, a pesar de su aspecto solemne, la plaza está siempre llena de vida.
Recuerdo que una tarde nos sentamos en una de las terrazas que rodean la plaza, pedimos un café y nos dedicamos a observar el ir y venir de la gente. Estudiantes con mochilas, oficinistas con prisas, turistas como nosotros con la cámara en ristre... La plaza es un hervidero de actividad que refleja perfectamente el espíritu de la ciudad.
Parque del Thabor #
¡Qué sorpresa nos llevamos al descubrir este oasis verde en pleno centro de Rennes! El Parque del Thabor es un auténtico pulmón urbano que nos cautivó desde el primer momento. Con sus 10 hectáreas de extensión, es el lugar perfecto para desconectar del bullicio de la ciudad.
Paseando por sus senderos, nos encontramos con jardines a la francesa, un espectacular rosedal y hasta un aviario. Pero lo que más nos gustó fue tumbarnos en el césped, bajo la sombra de un árbol centenario, y observar cómo los estudiantes aprovechaban el buen tiempo para estudiar al aire libre.
No os perdáis la vista panorámica de la ciudad desde lo alto del parque. Es el sitio ideal para sacar la cámara y llevarse un recuerdo inolvidable de Rennes.
Mercado des Lices #
Si os gusta madrugar los sábados, no podéis dejar de visitar el Mercado des Lices. Es uno de los mercados al aire libre más grandes de Francia, y la verdad es que la experiencia bien merece el madrugón. El ambiente es sencillamente espectacular.
Nada más llegar, el aroma a pan recién horneado y a quesos artesanales nos abrió el apetito. Los puestos de frutas y verduras son un auténtico festival de colores, y los productos locales una delicia para el paladar. Nosotros no pudimos resistirnos a probar las ostras frescas de Cancale, ¡una auténtica exquisitez!
Lo mejor de todo es que el mercado no es solo un lugar para comprar, sino también para socializar. Los renneses acuden en masa, charlan con los vendedores y se encuentran con amigos. Es una forma perfecta de sumergirse en la vida local y practicar un poco de francés.
Calle de la Sed (Rue de la Soif) #
¡Menudo nombrecito para una calle! La Rue Saint-Michel, conocida popularmente como la "Rue de la Soif" (Calle de la Sed), es el epicentro de la vida nocturna de Rennes. Y os aseguro que el apodo no podría ser más acertado.
Esta estrecha callejuela está flanqueada por decenas de bares y pubs, uno pegado al otro. El ambiente es increíble, sobre todo los jueves por la noche, cuando los estudiantes salen en masa a celebrar el fin de la semana académica. La calle se llena de risas, música y el tintineo de los vasos.
Nosotros nos dejamos llevar por el ambiente y entramos en un bar típico bretón. Probamos la sidra local y el famoso "chouchen", un licor de miel tradicional. ¡Ojo con este último, que es más fuerte de lo que parece!
Palacio del Parlamento de Bretaña #
El Palacio del Parlamento de Bretaña es, sin duda, el edificio más imponente de Rennes. Cuando lo vimos por primera vez, nos quedamos impresionados por su majestuosidad. Es un claro ejemplo de la arquitectura del Renacimiento francés y, a pesar de haber sufrido un incendio en 1994, ha sido restaurado con maestría.
Lo curioso es que, a pesar de su nombre, hoy en día no alberga ningún parlamento, sino que funciona como Palacio de Justicia. Si tenéis la oportunidad, no dejéis de hacer una visita guiada al interior. Nosotros lo hicimos y quedamos maravillados con la Sala de los Pasos Perdidos y la Gran Cámara, con sus techos dorados y sus tapices históricos.
Desde el exterior, el edificio es especialmente bonito al atardecer, cuando la luz del sol poniente baña su fachada de un color dorado. ¡Una estampa digna de postal!
Puertas Mordelaises #
Las Puertas Mordelaises son un vestigio fascinante de la Rennes medieval. Cuando las vimos por primera vez, nos sentimos transportados a otra época. Estas imponentes puertas fortificadas del siglo XV eran la entrada principal a la ciudad en la Edad Media.
Lo que más nos llamó la atención fueron los dos grandes torreones cilíndricos que flanquean la entrada. Subimos a lo alto de las murallas y desde allí pudimos imaginar cómo sería la vida de los guardias que vigilaban la ciudad siglos atrás.
Es un lugar perfecto para los amantes de la historia y la fotografía. Nosotros pasamos un buen rato explorando los alrededores y sacando fotos desde diferentes ángulos. ¡Os recomiendo visitarlas al atardecer, cuando la luz es especialmente bonita!
Barrio de Saint-Anne #
El barrio de Sainte-Anne es, sin duda, uno de los más pintorescos de Rennes. Perderse por sus callejuelas es como hacer un viaje en el tiempo. Las casas de entramado de madera, algunas inclinadas por el paso de los siglos, crean un ambiente único que parece sacado de un cuento.
Lo que más nos gustó fue descubrir los pequeños detalles: las flores en los balcones, los carteles antiguos de las tiendas, los gatos callejeros que se pasean como si fueran los dueños del lugar. Cada esquina esconde una sorpresa.
No dejéis de visitar la Plaza Sainte-Anne, el corazón del barrio. Allí encontraréis la iglesia de Saint-Aubin, con su peculiar campanario torcido. Y si os apetece un descanso, hay un montón de cafeterías y creperies donde reponer fuerzas.
Ecomuseo del País de Rennes #
Si queréis conocer la vida rural de la Bretaña de antaño, el Ecomuseo del País de Rennes es una visita obligada. Situado a las afueras de la ciudad, en una antigua granja del siglo XVI, este museo al aire libre nos transportó a la vida campesina de hace siglos.
Lo que más nos gustó fue poder interactuar con los animales de la granja. Hay vacas, cerdos, gallinas... ¡incluso pudimos ver cómo ordeñaban a las vacas! Los niños que estaban de visita ese día estaban encantados.
El museo también cuenta con exposiciones sobre la vida cotidiana, las tradiciones y los oficios antiguos de la región. Es una forma estupenda de comprender mejor la cultura bretona y sus raíces.
Les Champs Libres #
Para terminar nuestro recorrido por Rennes, os recomendamos una visita a Les Champs Libres, un moderno complejo cultural que alberga la biblioteca, el Museo de Bretaña y el Planetario. El edificio en sí ya es una obra de arte, con su arquitectura vanguardista que contrasta con el casco antiguo de la ciudad.
Nosotros dedicamos una tarde entera a explorar el Museo de Bretaña. Sus exposiciones sobre la historia y la cultura de la región son fascinantes. Desde los primeros asentamientos humanos hasta la Bretaña contemporánea, el museo ofrece un viaje en el tiempo que nos ayudó a comprender mejor la identidad bretona.
Si os gustan las estrellas, no os perdáis una sesión en el Planetario. ¡Es una experiencia realmente inmersiva! Y si coincide con vuestra visita, echad un vistazo a la programación cultural: suelen organizar exposiciones temporales, conferencias y conciertos muy interesantes.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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