La Haya, tercera ciudad más grande de los Países Bajos, es un fascinante cóctel de elegancia real, modernidad cosmopolita y encanto costero. A menudo eclipsada por su vecina Ámsterdam, esta urbe sorprende al visitante con su mezcla única de historia, política internacional y cultura neerlandesa.
Prepárate para descubrir una ciudad que, lejos de ser solo la sede del gobierno holandés, te cautivará con sus museos de clase mundial, sus amplias avenidas arboladas y su relajante ambiente playero.
Binnenhof #
El corazón político de los Países Bajos late en el Binnenhof, un impresionante conjunto de edificios góticos que alberga el Parlamento holandés. Paseando por sus alrededores, no pude evitar sentirme transportado en el tiempo. Las imponentes fachadas y el reflejo de las estructuras en el estanque Hofvijver crean una estampa digna de postal.
Lo que más me fascinó fue la mezcla de lo antiguo y lo moderno. Ver a los políticos con sus maletines entrando y saliendo de edificios centenarios es una experiencia única. Si tienes suerte, como me pasó a mí, incluso podrás presenciar alguna manifestación pacífica frente a las puertas del complejo, ¡una muestra viva de la democracia en acción!
Playa de Scheveningen #
¿Quién diría que una capital política tendría una de las playas más chulas que he visitado? La playa de Scheveningen es el lugar perfecto para desconectar después de un día de turismo intenso. Me encantó caminar por su largo paseo marítimo, con el viento del Mar del Norte despeinándome y el olor a salitre en el aire.
Lo mejor es que no importa la época del año en la que vayas. En verano, la playa se llena de vida con sus chiringuitos y deportes acuáticos. Pero incluso en invierno tiene su encanto. Y no te pierdas el icónico pier de Scheveningen. Subir a la noria al atardecer y ver cómo el sol se hunde en el mar es algo que no olvidaré jamás.
Mauritshuis #
Si eres un amante del arte como yo, el Mauritshuis te va a dejar con la boca abierta. Este museo, ubicado en una mansión del siglo XVII, alberga algunas de las obras maestras más famosas del Siglo de Oro holandés. Sí, aquí está "La joven de la perla" de Vermeer, y te aseguro que verla en persona es una experiencia completamente distinta a cualquier reproducción.
Lo que más me gustó del Mauritshuis es su tamaño. A diferencia de otros grandes museos donde acabas agotado, aquí puedes tomarte tu tiempo para apreciar cada obra sin sentirte abrumado. Me pasé un buen rato admirando "La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp" de Rembrandt, fijándome en cada detalle y expresión de los personajes.
Y no te pierdas la vista desde las ventanas del segundo piso. El contraste entre las pinturas clásicas y el moderno skyline de La Haya es sencillamente espectacular.
Madurodam #
Vale, sé que suena un poco infantil, pero te prometo que Madurodam es una pasada para todas las edades. Este parque en miniatura te permite recorrer todos los Países Bajos en unas pocas horas. Es como sentirse Gulliver en el país de Lilliput.
Me fascinó la atención al detalle en cada maqueta. Desde el aeropuerto de Schiphol hasta los famosos molinos de viento, todo está recreado con una precisión asombrosa. Incluso tienen versiones en miniatura de edificios emblemáticos de La Haya, como el Palacio de la Paz.
Lo mejor es que no es solo un parque estático. Hay un montón de elementos interactivos donde puedes, por ejemplo, controlar las compuertas de un dique o cargar un barco en el puerto de Rotterdam. ¡Me sentí como un niño otra vez!
Palacio de la Paz #
El Palacio de la Paz es uno de esos edificios que te dejan sin aliento nada más verlos. Sede de la Corte Internacional de Justicia, este imponente edificio de estilo neorrenacentista es un símbolo de la paz y la justicia mundial.
Aunque no se puede entrar al edificio si no hay visitas guiadas programadas, vale la pena acercarse aunque sea para admirar su fachada y sus jardines. Me encantó pasear por los alrededores, imaginando las importantes decisiones que se toman dentro de sus muros.
Lo que más me impresionó fue la historia detrás del palacio. Fue construido gracias a la donación del magnate del acero Andrew Carnegie, con la esperanza de que albergara un tribunal que evitara futuras guerras. Puede que no haya logrado ese objetivo por completo, pero sigue siendo un faro de esperanza en un mundo a veces convulso.
Escher in Het Paleis #
Si te gusta el arte que desafía la percepción, no puedes perderte el museo dedicado a M.C. Escher. Ubicado en un antiguo palacio real, este museo es una auténtica locura visual que te hará dudar de tus propios ojos.
Lo que más me flipó fueron las instalaciones interactivas basadas en las obras de Escher. ¡Pude "entrar" en sus dibujos! Hay una habitación donde pareces crecer o encogerte dependiendo de dónde te coloques. Es una experiencia tan divertida como desconcertante.
El contraste entre el edificio barroco y las obras surrealistas de Escher crea una atmósfera única. Y si subes a la última planta, te espera una sorpresa: una sala de espejos inspirada en el arte de Escher que te dejará totalmente desorientado. ¡Prepara la cámara porque las fotos aquí son imprescindibles!
Panorama Mesdag #
El Panorama Mesdag es una de esas experiencias que te dejan con la boca abierta. Imagínate entrar en una rotonda y encontrarte rodeado por una pintura circular de 120 metros de largo y 14 de alto. Es como si de repente te transportaras al Scheveningen de 1881.
Lo que más me impresionó fue la técnica utilizada para crear esta ilusión óptica. Mesdag y su equipo usaron arena real y objetos tridimensionales para hacer la transición entre el espectador y la pintura, creando una sensación de profundidad increíble. Me pasé un buen rato intentando distinguir dónde terminaba lo real y empezaba lo pintado.
Es una experiencia tan inmersiva que casi puedes oler el mar y sentir la brisa. Y lo mejor es que cada vez que lo miras, descubres nuevos detalles: pescadores trabajando, niños jugando en la playa, barcos en el horizonte... Es como tener una ventana al pasado.
Grote Kerk #
La Grote Kerk, o Iglesia de San Jacobo, es uno de esos lugares que te sorprenden por su simplicidad y elegancia. A diferencia de otras iglesias europeas recargadas, esta joya gótica del siglo XV destaca por su sobriedad y luminosidad.
Lo que más me gustó fue subir a su torre. Aunque el ascenso por las estrechas escaleras de caracol puede ser un poco agotador, la vista panorámica de La Haya desde arriba merece totalmente la pena. Ver el contraste entre los tejados antiguos y los rascacielos modernos es una experiencia única.
Dentro de la iglesia, no te pierdas el impresionante órgano barroco y las tumbas de personajes importantes de la historia holandesa. Y si tienes suerte, que no fue mi caso, podrás asistir a uno de los conciertos que se organizan regularmente. Escuchar música clásica en este entorno debe ser simplemente mágico.
Lange Voorhout #
El Lange Voorhout es como un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. Esta avenida arbolada, flanqueada por elegantes edificios del siglo XVIII, es el lugar perfecto para dar un paseo relajado o sentarte en una terraza a ver pasar la vida.
Lo que más me encantó de este lugar es cómo cambia con las estaciones. En primavera, los árboles se llenan de flores y el suelo se cubre de pétalos, creando una atmósfera casi de cuento. En verano, las terrazas se llenan de gente disfrutando del buen tiempo. Y en invierno, las luces navideñas le dan un aire mágico.
No te pierdas el mercadillo de libros que se monta aquí los jueves. Aunque la mayoría de los libros están en holandés, es una experiencia muy local y puedes encontrar algunas joyas en inglés o incluso en español. Yo me llevé un libro de fotografías antiguas de La Haya que es un auténtico tesoro.
Passage #
La Passage es el lugar perfecto para cuando el tiempo no acompaña (que en Holanda ocurre más a menudo de lo que nos gustaría). Esta galería comercial cubierta del siglo XIX es la más antigua de los Países Bajos y mantiene todo su encanto original.
Lo que más me gustó fue la sensación de viajar en el tiempo al entrar. Los techos de cristal, las lámparas de época y los escaparates antiguos crean una atmósfera única. Es como hacer compras en el siglo XIX, pero con tiendas modernas.
Aunque hay algunas tiendas de marcas conocidas, lo mejor son las pequeñas boutiques y cafeterías locales. Yo descubrí una tienda de quesos artesanales donde pude probar algunas variedades que ni sabía que existían. Y no te pierdas la librería Paagman, un verdadero paraíso para los amantes de los libros como yo. Aunque no entiendas holandés, seguro que encuentras algo interesante en la sección internacional.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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