Guimarães, una ciudad que respira historia por cada rincón, se erige como un tesoro escondido en el norte de Portugal. Conocida como la cuna de la nación portuguesa, esta urbe cautiva a los visitantes con su casco antiguo perfectamente conservado, sus calles empedradas y su imponente castillo.
Pasear por Guimarães es como viajar en el tiempo, con la ventaja de poder disfrutar de la calidez y hospitalidad portuguesas en cada esquina.
Castillo de Guimarães #
El Castillo de Guimarães es, sin duda, el símbolo más reconocible de la ciudad. Desde que lo vi por primera vez, quedé impresionado por su robusta estructura y sus imponentes murallas. Construido en el siglo X para proteger a la población de los ataques normandos y musulmanes, este castillo es considerado la cuna de la nación portuguesa.
Lo que más me gustó de la visita fue poder recorrer libremente sus muros y torres. Desde lo alto, las vistas de la ciudad y sus alrededores son espectaculares. Me sentí como un auténtico caballero medieval observando el horizonte en busca de posibles invasores. Aunque el interior del castillo está bastante vacío, su arquitectura y la sensación de estar pisando la misma piedra que pisaron los fundadores de Portugal compensan con creces.
Largo da Oliveira #
En el corazón del casco antiguo se encuentra el Largo da Oliveira, una plaza encantadora que no puedes dejar de visitar. Lo primero que me llamó la atención fue el peculiar templete gótico que se alza en el centro, conocido como Padrão do Salado. Este monumento conmemora la victoria de los portugueses sobre los musulmanes en la batalla del Salado.
La plaza está rodeada de edificios históricos, como la Iglesia de Nossa Senhora da Oliveira y el antiguo ayuntamiento. Lo que más disfruté fue sentarme en una de las terrazas, pedir un café y observar el ir y venir de la gente. Es el lugar perfecto para empaparse del ambiente local y descansar un poco después de recorrer las empinadas calles de la ciudad.
Paço dos Duques de Bragança #
El Palacio de los Duques de Braganza es otro de los monumentos imprescindibles de Guimarães. Aunque su visita no es gratuita, merece la pena pagar la entrada para descubrir su interior. Lo que más me sorprendió fue su estilo, que recuerda más a los castillos franceses que a los típicos palacios portugueses.
Recorrer sus salas es como hacer un viaje por la historia de Portugal. Los tapices, los muebles y las armas expuestas cuentan mil historias sobre la nobleza portuguesa. Mi parte favorita fue la capilla, con sus hermosas vidrieras y su ambiente sereno. También disfruté mucho de las vistas desde las ventanas superiores, que ofrecen una perspectiva diferente de la ciudad.
Praça de Santiago #
Después de visitar el bullicioso Largo da Oliveira, me encantó descubrir la tranquila Praça de Santiago. Esta plaza, más pequeña y recogida, tiene un encanto especial. Lo que más me gustó fue su ambiente relajado y la sensación de haber descubierto un rincón secreto de la ciudad.
La plaza está rodeada de casas tradicionales con balcones de madera y fachadas de colores. En el centro, una fuente antigua aporta un agradable sonido de fondo. Es el lugar perfecto para hacer una pausa, sentarse en un banco y observar la vida cotidiana de los guimarenses. Si tienes la suerte de visitar la ciudad en verano, podrás disfrutar de conciertos y eventos culturales que se organizan aquí.
Teleférico de Guimarães #
Para tener una perspectiva diferente de la ciudad, nada mejor que subir al teleférico de Guimarães. Aunque es una de las pocas atracciones de pago que recomiendo, creo que vale la pena por las vistas espectaculares que ofrece. El trayecto dura unos 10 minutos y te lleva hasta la cima del Monte da Penha.
Lo que más me impresionó fue ver cómo la ciudad medieval se iba haciendo cada vez más pequeña a medida que ascendíamos. Una vez en la cima, las vistas panorámicas son impresionantes. Además del paisaje urbano, puedes disfrutar de la naturaleza del Parque de la Penha. Es un lugar ideal para hacer un picnic o simplemente relajarse lejos del bullicio de la ciudad.
Rua de Santa Maria #
Pasear por la Rua de Santa Maria es como hacer un viaje en el tiempo. Esta calle estrecha y empedrada es una de las más antiguas de Guimarães y, en mi opinión, una de las más bonitas. Lo que más me gustó fue la sensación de autenticidad que se respira en cada rincón.
A lo largo de la calle encontrarás casas medievales perfectamente conservadas, algunas con escudos heráldicos en sus fachadas. Me encantó descubrir pequeñas tiendas de artesanía local y cafeterías con encanto. Un consejo: no te olvides de mirar hacia arriba para apreciar los balcones de madera y los detalles arquitectónicos. Al final de la calle, llegarás a la Iglesia de Nossa Senhora da Oliveira, otro punto destacado de la visita.
Museu de Alberto Sampaio #
Ubicado en el antiguo claustro de la Colegiata de Nossa Senhora da Oliveira, el Museo de Alberto Sampaio es un tesoro escondido que merece una visita. Lo que más me sorprendió fue la riqueza de su colección de arte sacro, que incluye piezas desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Entre las joyas del museo, destaca la túnica que llevaba D. João I en la batalla de Aljubarrota. Me impresionó pensar en la historia que hay detrás de esta prenda. Otro elemento que me encantó fue el claustro gótico, un remanso de paz en medio de la ciudad. Aunque la visita no es gratuita, los precios son razonables y creo que vale la pena para entender mejor la historia y el arte de la región.
Plaza de São Tiago #
Aunque ya he mencionado la Praça de Santiago, creo que merece una mención especial su mercado tradicional. Si tienes la suerte de visitar Guimarães un jueves, no te pierdas el mercado que se instala en esta plaza. Es una experiencia única que te sumerge de lleno en la vida local.
Lo que más me gustó fue la variedad de productos frescos que se ofertan: frutas, verduras, quesos, embutidos... Todo directamente de los productores locales. El ambiente es bullicioso y alegre, con vendedores pregonando sus mercancías y vecinos charlando animadamente. Es el lugar perfecto para comprar algunos recuerdos comestibles o simplemente para disfrutar del colorido y el aroma de un auténtico mercado portugués.
Convento de São Francisco #
Alejado del centro histórico, el Convento de São Francisco es un remanso de paz que vale la pena visitar. Lo que más me impresionó fue el contraste entre su austera fachada y la riqueza decorativa de su interior. Aunque el convento ya no funciona como tal, se ha convertido en un interesante centro cultural.
Me encantó pasear por sus claustros y jardines, donde el silencio solo es interrumpido por el canto de los pájaros. El interior de la iglesia, con sus azulejos y tallas doradas, es un ejemplo magnífico del barroco portugués. Si tienes suerte, podrás asistir a alguna de las exposiciones temporales o conciertos que se organizan aquí. Es un lugar ideal para escapar del bullicio turístico y disfrutar de un momento de tranquilidad.
Paseo por las murallas #
Para terminar nuestro recorrido por Guimarães, nada mejor que un paseo por las antiguas murallas de la ciudad. Aunque solo se conservan algunos tramos, caminar por ellas te da una idea de cómo era la ciudad medieval. Lo que más me gustó fue la sensación de estar recorriendo la historia con mis propios pies.
Desde lo alto de las murallas, las vistas de la ciudad y sus tejados son espectaculares. Me encantó descubrir pequeños detalles, como las marcas de los canteros en las piedras o las antiguas puertas de la ciudad. El paseo no es muy largo, pero te permite tener una perspectiva diferente de Guimarães. Al atardecer, la luz dorada sobre las piedras crea una atmósfera mágica que no olvidarás fácilmente.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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