Delft es una de esas ciudades que sorprenden por su tamaño modesto pero que esconden un sinfín de rincones con encanto. Situada entre La Haya y Róterdam, su historia está ligada a su famosa cerámica azul y blanca, aunque su importancia va mucho más allá de los azulejos.
Con canales que recuerdan a los de Ámsterdam, pero sin las multitudes, es un lugar perfecto para pasear y empaparse de historia, arte y tranquilidad. Aquí te cuento 10 visitas que me hicieron entender mejor la idiosincrasia de esta ciudad única:
1. Plaza del Mercado (Markt) #
El corazón de Delft es sin duda la enorme Plaza del Mercado. A diferencia de otras plazas europeas, esta no está abarrotada de turistas, lo que la convierte en un lugar ideal para pasear sin prisas, tomar un café o simplemente sentarse en un banco a observar la vida pasar. Rodeada por edificios históricos, entre los que destacan el imponente Ayuntamiento y la Nieuwe Kerk, la plaza se siente como el centro neurálgico de la ciudad.
Recuerdo llegar temprano, cuando los vendedores empezaban a montar sus puestos. El sonido de las campanas de la iglesia marcaba el ritmo de la mañana, y los primeros transeúntes se acercaban a las terrazas para tomar un café. La plaza tiene una serenidad que te invita a quedarte más tiempo del que planeabas, observando cómo se despierta la ciudad.
2. Los canales de Delft #
Delft es, como muchas ciudades holandesas, una ciudad de canales. Lo bonito de estos canales es que no están abarrotados de barcos turísticos, lo que te permite caminar tranquilamente a su lado, disfrutando de la calma y la belleza de las casas alineadas a orillas del agua. Me encanta perderme por las callejuelas que serpentean junto a ellos. Hay algo muy relajante en esos paseos, escuchando el suave sonido del agua y el canto ocasional de los pájaros.
Uno de los paseos que más me gusta es por el canal Oude Delft, el más antiguo y largo de la ciudad. A medida que avanzas, pasas por puentes encantadores, pequeñas tiendas y cafeterías escondidas. Lo mejor es que este paseo es completamente gratuito y se puede disfrutar a cualquier hora del día, aunque al atardecer tiene un toque especialmente mágico.
3. Prinsenhof #
El Prinsenhof es uno de esos lugares donde se siente la historia en cada esquina. Este antiguo convento se transformó en la residencia de Guillermo de Orange, el "Padre de la Patria" holandesa. Es aquí donde fue asesinado en 1584, un evento que marcó un antes y un después en la historia del país. Hoy en día, el edificio alberga un museo que narra la historia de la familia real holandesa y la lucha por la independencia.
A pesar de que es un museo de pago, la sensación de caminar por los pasillos donde se gestaron tantas decisiones importantes es única. Además, el patio exterior es gratuito y tiene un encanto especial. Pasar un rato ahí, simplemente disfrutando de la tranquilidad, es casi como un viaje en el tiempo.
4. Fabrica de cerámica Royal Delft #
Aunque hay muchas tiendas que venden la famosa cerámica azul y blanca de Delft, nada como visitar la propia fábrica Royal Delft. Es un poco alejado del centro, pero el paseo hasta allí es bastante agradable. Esta es la última fábrica original que queda en funcionamiento desde el siglo XVII, y te permite ver de cerca cómo se fabrica a mano cada pieza.
Recuerdo la visita como una especie de inmersión en el arte de la paciencia y el detalle. Ver a los artesanos trabajar con tanta precisión me dejó una impresión profunda. Aunque la entrada tiene un coste, merece la pena si te interesa conocer la verdadera tradición detrás de esta cerámica tan famosa.
5. Parque Agnetapark #
Este pequeño parque, situado un poco fuera del circuito turístico, es perfecto para desconectar y sentir el ambiente más local de Delft. Diseñado a finales del siglo XIX, el Agnetapark fue una de las primeras iniciativas de vivienda social en los Países Bajos. Lo que más me gusta es que, aunque tiene un importante trasfondo histórico, hoy en día es simplemente un lugar tranquilo donde los habitantes de Delft vienen a relajarse.
Cuando lo visité, me llamó la atención la cantidad de familias disfrutando de un picnic, ciclistas paseando y niños jugando libremente. Fue un momento en el que sentí que veía el verdadero día a día de la ciudad, alejado de los lugares más turísticos.
6. Beestenmarkt #
Uno de mis rincones favoritos de Delft es la Beestenmarkt, una plaza llena de árboles y rodeada de restaurantes y bares. Tiene una atmósfera mucho más acogedora y menos formal que la Plaza del Mercado. En verano, las terrazas están repletas de gente tomando algo al aire libre, y en invierno, con las luces navideñas, la plaza tiene un encanto especial.
Me gusta venir aquí para cenar algo ligero o simplemente tomar una cerveza después de un día de exploración. Aunque está muy cerca del centro, se siente como un pequeño refugio donde puedes relajarte sin tanto bullicio.
7. Nieuwe Kerk #
Aunque no soy muy fan de pagar para entrar a iglesias, la Nieuwe Kerk de Delft es una excepción que recomiendo. No solo porque en su interior se encuentra la tumba de Guillermo de Orange, sino también por las vistas panorámicas que ofrece su torre. Subir los más de 300 escalones es todo un reto, pero la recompensa es impresionante: una vista de 360 grados de Delft y sus alrededores.
Subí en un día despejado, y ver el horizonte de la ciudad, con los canales serpenteando por el paisaje, fue una experiencia inolvidable. Además, me gustó la sensación de conectar con la historia del lugar desde las alturas.
8. Molen de Roos #
El molino de viento De Roos es otro de esos lugares que te conectan con el pasado de los Países Bajos. Es el único molino de viento que queda en Delft, y aunque ya no está en funcionamiento, se puede visitar y conocer más sobre cómo operaban estos gigantes en su época de esplendor.
La primera vez que lo visité me impresionó lo bien conservado que está. El hecho de que todavía se puedan ver sus engranajes en funcionamiento es un recordatorio de cómo algo tan tradicional sigue siendo relevante. Además, la entrada es gratuita, lo que lo convierte en una parada obligada para los amantes de la historia.
9. Vermeer Centrum #
Delft es la ciudad natal de uno de los pintores más famosos de la historia, Johannes Vermeer, y aunque aquí no encontrarás ninguna de sus obras originales, el Vermeer Centrum es un lugar interesante para aprender sobre su vida y técnica. Es una especie de tributo al pintor, con réplicas y exposiciones interactivas.
A mí me encantó porque te ayuda a entender cómo vivía Vermeer y cómo logró capturar la luz de una manera tan única en sus pinturas. Aunque no es gratuito, si te gusta el arte, es un buen plan para una mañana tranquila.
10. El Jardín Botánico de la Universidad Técnica de Delft #
Para los amantes de la naturaleza, el Jardín Botánico de la Universidad Técnica es un lugar que no debe faltar en la lista. Fundado en 1917, este espacio verde es un remanso de paz donde puedes desconectar y aprender sobre las más de 7,000 especies de plantas que alberga.
Es un lugar ideal para pasear entre invernaderos y senderos arbolados, todo ello dentro de un ambiente educativo pero muy relajado. Me encanta venir aquí cuando necesito una pausa de las calles adoquinadas y los canales, y simplemente quiero estar rodeado de naturaleza. La entrada es gratuita para estudiantes y muy económica para el público en general.
Delft, con su combinación de tradición, historia y encanto moderno, es una ciudad perfecta para explorar a pie. Cada rincón tiene una historia que contar, y cada paseo te permite descubrir un nuevo detalle. Es un lugar donde lo antiguo y lo nuevo se entrelazan de manera casi mágica.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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