Ámsterdam, la capital de los Países Bajos, es una ciudad que cautiva a primera vista. Con sus pintorescas casas de ladrillo asomándose a los canales, sus calles empedradas llenas de bicicletas y su ambiente relajado y cosmopolita, esta urbe tiene un encanto especial que te atrapa desde el primer momento.

Paseo por el Jordaan #

El barrio del Jordaan es, sin duda, uno de los más encantadores de Ámsterdam. Perderme por sus callejuelas fue como viajar en el tiempo. Las casas estrechas y altas, típicas de la arquitectura holandesa, se alinean junto a los canales creando un paisaje urbano único.

Durante mi paseo, me encontré con pequeñas tiendas de artesanía, cafés acogedores y galerías de arte escondidas. El ambiente bohemio y relajado del barrio te invita a tomarte las cosas con calma, a sentarte en una terraza y observar el ir y venir de los locales en sus bicicletas.

No te pierdas el mercadillo que se monta los sábados en Lindengracht. Es una explosión de colores, olores y sabores que refleja perfectamente el espíritu del barrio.

Museo Van Gogh #

Vale, ya sé que he dicho que prefiero las visitas gratuitas, pero el Museo Van Gogh es una excepción que merece la pena. La vida y obra de Vincent van Gogh me dejaron sin palabras. Ver de cerca 'Los girasoles' o 'La habitación en Arles' es una experiencia que se te quedará grabada para siempre.

Lo que más me impresionó fue poder seguir la evolución del artista a través de sus cuadros. Desde sus primeras obras oscuras hasta las explosiones de color de su etapa en Arles, es como si pudieras meterte en la mente del genial pintor.

Si vas con tiempo, te recomiendo alquilar las audioguías. Las explicaciones son fantásticas y te ayudan a apreciar detalles que de otra forma pasarían desapercibidos.

Vondelpark #

Después de la intensidad del museo, nada mejor que un paseo por el Vondelpark para desconectar. Este enorme parque en pleno centro de Ámsterdam es el pulmón verde de la ciudad y el lugar favorito de los amsterdameses para relajarse.

En cuanto pisas el parque, te olvidas de que estás en una gran ciudad. Los senderos serpenteantes te llevan entre lagos, jardines y zonas de picnic. Si hace buen tiempo, verás a los locales tomando el sol, haciendo deporte o simplemente charlando con amigos.

Yo me llevé unos sándwiches y pasé una tarde maravillosa tumbado en el césped, observando a la gente pasar. ¡Ah! Y si te gusta el teatro, en verano organizan espectáculos gratuitos al aire libre.

Mercado de Albert Cuyp #

¿Quieres sumergirte de lleno en la vida cotidiana de Ámsterdam? Entonces no te puedes perder el mercado de Albert Cuyp. Es el mercado al aire libre más grande de Europa y una auténtica institución en la ciudad.

El bullicio, los olores y los colores te envuelven nada más llegar. Aquí encontrarás de todo: desde frutas y verduras frescas hasta ropa, pasando por los famosos quesos holandeses y, por supuesto, los irresistibles stroopwafels recién hechos.

Lo mejor es ir con hambre y probar las especialidades locales. Yo me atreví con el arenque crudo, una delicia para los holandeses que, la verdad, me costó un poco apreciar. En cambio, las patatas fritas con mayonesa me enamoraron al instante.

Begijnhof #

En medio del bullicio del centro, el Begijnhof es un remanso de paz que parece sacado de otro siglo. Este pequeño patio rodeado de casas antiguas era originalmente un convento de beguinas, mujeres laicas que vivían como monjas sin haber tomado los votos.

Al entrar, el silencio te envuelve. Las casitas perfectamente conservadas, algunas de madera (algo raro en Ámsterdam), rodean un jardín cuidado con esmero. La iglesia inglesa, en un lateral del patio, añade un toque de solemnidad al conjunto.

Lo curioso es que el Begijnhof sigue siendo un lugar de residencia. Imagínate vivir en un sitio así, en pleno centro de Ámsterdam pero aislado del ruido y las prisas. ¡Un auténtico privilegio!

Plaza Dam #

La Plaza Dam es el corazón de Ámsterdam y un buen punto de partida para explorar la ciudad. Aquí es donde late el pulso de la capital holandesa, con el imponente Palacio Real presidiendo la escena.

Lo que más me llamó la atención fue el contraste entre los edificios históricos y el ambiente moderno y cosmopolita. Ves pasar a gente de todas las nacionalidades, artistas callejeros haciendo sus números y palomas que parecen posar para las fotos.

Si tienes tiempo, entra en la Nieuwe Kerk (Nueva Iglesia). A pesar de su nombre, es un edificio del siglo XV que ahora se usa para exposiciones. Cuando la visité, había una muestra fascinante sobre la historia de Ámsterdam.

Mi primera visita a un sex shop gay #

Corría el año 1999 cuando pisé por primera vez Ámsterdam. Venía de una España que, aunque ya democrática, todavía arrastraba ciertos tabúes en temas de sexualidad. Así que cuando me encontré frente a un sex shop gay, sentí una mezcla de curiosidad y nerviosismo que hoy me hace sonreír.

Nada más entrar, me sorprendió lo limpio y ordenado que estaba todo. Lejos de ser un antro oscuro y sórdido, como me había imaginado, la tienda era luminosa y estaba decorada con un gusto exquisito. Los dependientes, muy amables, me hicieron sentir cómodo desde el primer momento.

Paseando entre las estanterías, no pude evitar sonrojarme ante algunos artículos cuyo uso ni siquiera podía imaginar. Pero lo que más me llamó la atención fue la naturalidad con la que la gente compraba, como si estuvieran en una ferretería. Desde parejas jóvenes hasta señores de aspecto respetable, todos parecían moverse por la tienda con total normalidad. Sin duda, aquella visita no solo me abrió los ojos a una realidad diferente, sino que también me hizo anhelar una sociedad más abierta y respetuosa con la diversidad sexual.

Barrio Rojo #

El famoso Barrio Rojo de Ámsterdam es una experiencia... peculiar. Más allá del morbo que pueda despertar, es una parte importante de la identidad de la ciudad y refleja la actitud abierta y tolerante de los holandeses.

Pasear por sus callejuelas de noche es como entrar en otro mundo. Las luces rojas, los escaparates y el ambiente cargado crean una atmósfera única. Eso sí, hay que ir con respeto: nada de fotos a las trabajadoras y cuidado con los carteristas.

Lo que poca gente sabe es que el Barrio Rojo también tiene una cara diurna muy interesante. De día, puedes apreciar mejor la arquitectura de las casas y visitar lugares como la Oude Kerk, la iglesia más antigua de Ámsterdam, rodeada de callejones del barrio rojo. ¡Los contrastes de esta ciudad no dejan de sorprenderte!

NDSM-werf #

Para terminar, te propongo una visita fuera de los circuitos turísticos habituales. El NDSM-werf es un antiguo astillero reconvertido en un fascinante espacio cultural alternativo.

Llegar allí ya es una aventura en sí misma. Hay que coger un ferry gratuito desde detrás de la Estación Central, un trayecto que te regala unas vistas espectaculares del skyline de Ámsterdam.

Una vez allí, te encuentras con un paisaje post-industrial lleno de arte urbano, estudios de artistas instalados en contenedores de mercancías y cafés trendy montados en viejas naves industriales. El ambiente es jovial y creativo, con exposiciones al aire libre, mercadillos vintage y conciertos improvisados.

Yo tuve la suerte de coincidir con un festival de food trucks. Comí una hamburguesa deliciosa sentado en una hamaca con vistas al río IJ. Sin duda, una forma perfecta de despedirse de esta ciudad llena de contrastes y sorpresas.