Rascacielos de Bailén

Erguido majestuosamente sobre la margen izquierda de la Ría, en el corazón de Bilbao, el Rascacielos de Bailén se alza como un testigo silencioso de la evolución arquitectónica y urbanística de la villa. Este edificio emblemático, también conocido como Torre de Bailén, no es solo una estructura imponente, sino un símbolo del progreso y la modernidad que caracterizó a la capital vizcaína a mediados del siglo XX.

Una historia de innovación y visión urbanística #

La Torre Bailén, diseñada por los renombrados arquitectos Manuel I. Galíndez y José María Chapa, fue construida entre 1940 y 1946, marcando un hito en la historia urbanística de Bilbao. Con sus 43 metros de altura y 13 plantas, se convirtió en el primer edificio de la ciudad en superar los 40 metros, ostentando el título de edificio más alto de Bilbao hasta la construcción de la Torre del BBVA en la Plaza Circular en 1968.

La inspiración para este edificio provino de la prestigiosa Escuela de Chicago, cuna de los rascacielos modernos de finales del siglo XIX. Esta influencia se refleja en su diseño funcional y en su estructura, que combina elegancia y practicidad de una manera hasta entonces desconocida en la arquitectura bilbaína.

Más que un edificio: una intervención urbanística #

La construcción del Rascacielos de Bailén fue mucho más que la mera edificación de una torre. Representó una intervención urbanística integral en un enclave estratégico de la ciudad. Tras el derribo del edificio de la estación de Portugalete y la posterior cubrición del andén, esta obra supuso la creación de un espacio de terraza con carácter de mirador hacia la Ría, así como un elemento de comunicación entre el Casco Viejo y el Ensanche a través del atrio de la Estación de la Concordia.

El proyecto se concibió en dos cuerpos: uno más bajo que enlaza con los edificios históricos del muelle de la Naja, retomando la tipología de huecos y porches de los edificios adyacentes, y otro en altura como remate del conjunto, contrastando con los edificios circundantes. Esta verticalidad no solo permitió la liberación de espacio a nivel de calle, sino que también asumió una función representativa, ofreciendo una visión impactante desde el espacio abierto del Arenal.

Arquitectura que desafía el tiempo #

El Rascacielos de Bailén se caracteriza por su esbeltez y verticalidad, con una planta cuadrada de doce metros de lado. Su ubicación estratégica, en el límite entre el Casco Viejo y el Ensanche, junto a las estaciones de Bilbao-Concordia y Abando Indalecio Prieto, le otorga una visibilidad privilegiada y lo convierte en un elemento distintivo del skyline de Bilbao.

La fachada del edificio es un ejemplo perfecto del estilo racionalista que predominó en la ciudad en el segundo tercio del siglo XX. Este estilo se caracteriza por sus líneas limpias y formas geométricas sencillas, despojando a la construcción de cualquier vestigio de decoración o detalles superfluos. Los grandes ventanales no solo proporcionan abundante luz natural al interior, sino que también reflejan el dinamismo y la transparencia que la nueva economía de servicios demandaba.

En cuanto a su estructura, el edificio se sustenta en la planta de sótano sobre enormes vigas cargadero, permitiendo la prolongación de las vías del andén y creando un espacio diáfano. La distribución interior de la torre ubica las comunicaciones y servicios en la esquina con peor orientación, liberando el resto de la planta para el uso de oficinas.

Un patrimonio protegido y renovado #

A lo largo de su historia, el Rascacielos de Bailén ha tenido diversos usos. Fue sede de la Magistratura de Trabajo y posteriormente pasó a ser propiedad de Adif, albergando inquilinos como Médicos del Mundo, una productora y un despacho de abogados, entre otros.

El edificio está protegido por el Plan Especial de Rehabilitación del Casco Viejo, lo que subraya su importancia patrimonial. Tras años de cierto abandono, en la segunda década del siglo XXI se llevó a cabo una importante rehabilitación que ha devuelto al edificio su imagen y elegancia constructiva original.

El proceso de rehabilitación, aunque controvertido, incluyó la sustitución del revestimiento de piedra natural por un nuevo sistema de fachada ventilada, la mejora de la eficiencia energética y la renovación de los sistemas de evacuación de aguas pluviales y vertidos. Estas intervenciones, si bien generaron debate, han permitido que el edificio se adapte a las necesidades contemporáneas sin perder su esencia histórica.

Un icono cultural y visual #

El Rascacielos de Bailén no solo es un hito arquitectónico, sino que también se ha convertido en un elemento icónico de la cultura visual de Bilbao. Ha sido fuente de inspiración para carteles, como el del Festival FANT del año 2009, y desde su azotea se disfruta de una de las mejores vistas sobre el Casco Viejo y el ensanche de Bilbao.

Su singularidad se refleja incluso en su denominación: es el único edificio de Bilbao conocido como "rascacielos", a pesar de su altura modesta en comparación con las torres modernas. Este detalle lingüístico es un reflejo de la idiosincrasia bilbaína y de cómo el edificio se ha integrado en la identidad de la ciudad.

Mirando al futuro desde las alturas #

Hoy en día, el Rascacielos de Bailén, con sus 43 metros de altura, puede parecer modesto en comparación con gigantes como la Torre Iberdrola y sus 165 metros. Sin embargo, su importancia histórica y su papel en la evolución urbanística de Bilbao son innegables.

Este edificio nos recuerda que la verdadera modernidad no consiste en borrar la historia, sino en integrarla armoniosamente en el tejido vivo de la ciudad. El Rascacielos de Bailén, con su elegante silueta recortada contra el cielo de Bilbao, sigue siendo un símbolo de innovación, un puente entre el pasado y el futuro de la villa, y un mirador privilegiado desde el que contemplar la evolución constante de esta ciudad siempre en movimiento.