El Funicular de Artxanda es, sin duda, una de las joyas ocultas de Bilbao. Este pintoresco medio de transporte, que conecta el centro de la ciudad con la cima del monte Artxanda, ofrece mucho más que un simple trayecto: regala a sus pasajeros una de las vistas más espectaculares de la capital vizcaína.
Desde lo alto de Artxanda, a más de 250 metros sobre el nivel del mar, Bilbao se despliega como un fascinante tapiz urbano. El río Nervión serpentea entre los edificios, el titanio del Guggenheim resplandece bajo el sol, y la imponente Torre Iberdrola se alza desafiante. A lo lejos, en los días claros, incluso se puede vislumbrar un destello del mar Cantábrico. No es de extrañar que los bilbaínos nos refiramos a este lugar como "el balcón de Bilbao".
Un Siglo de Historia: Del Sueño a la Realidad #
La historia del Funicular de Artxanda se remonta a principios del siglo XX, cuando Bilbao experimentaba un rápido crecimiento industrial y urbano. La idea de conectar el centro de la ciudad con el monte Artxanda surgió en 1901, inspirada en el éxito del funicular de Igueldo en San Sebastián.
Sin embargo, no fue hasta 1915 cuando el sueño se hizo realidad. El 19 de julio de ese año, la Dirección de Obras Públicas aprobó el proyecto de Evaristo San Martín y Garaz. La construcción corrió a cargo de la empresa suiza L.Von Roll, especializada en trenes de montaña, con un coste de 488.407,30 pesetas (equivalente a unos 2.935,39 euros actuales).
El 7 de octubre de 1915, el Funicular de Artxanda realizó su primer viaje oficial, siendo alcalde de Bilbao Don Benito Marco Gardoqui. Ese día se vendieron más de 2.800 billetes, marcando el inicio de una nueva era para el ocio bilbaíno. Desde entonces, el funicular se convirtió en un símbolo de la ciudad, testigo silencioso de su transformación a lo largo de más de un siglo.
Superando Adversidades: Un Reflejo del Espíritu Bilbaíno #
A lo largo de su centenaria historia, el Funicular de Artxanda ha tenido que hacer frente a numerosas adversidades, reflejando en su trayectoria el espíritu resiliente de la propia ciudad de Bilbao.
Uno de los momentos más difíciles llegó durante la Guerra Civil española. El 18 de junio de 1937, un día antes de la caída de Bilbao, un bombardeo destruyó parcialmente las vías y la estación superior. El servicio quedó interrumpido hasta julio de 1938, cuando el funicular volvió a ponerse en marcha, simbolizando la voluntad de recuperación de la ciudad.
Décadas más tarde, el 25 de junio de 1976, un desafortunado accidente durante las labores de mantenimiento provocó el cierre del funicular durante siete largos años. La reconstrucción fue completa, modernizando las instalaciones y mejorando la seguridad. Sin embargo, poco después de su reapertura en 1983, las catastróficas inundaciones que asolaron Bilbao ese verano obligaron a un nuevo cierre temporal.
A pesar de estos contratiempos, el Funicular de Artxanda siempre ha logrado sobreponerse, convirtiéndose en un símbolo de la tenacidad y el espíritu de superación de los bilbaínos.
Una Maravilla de la Ingeniería #
El Funicular de Artxanda no solo es un atractivo turístico, sino también una obra de ingeniería digna de admiración. Su recorrido de 770,34 metros salva un desnivel de 226,49 metros, con una pendiente máxima del 44,98%. Esta hazaña técnica se completa en apenas tres minutos, ofreciendo a los pasajeros una experiencia única.
Una de las características que hacen único a este funicular es su curva intermedia, poco común en este tipo de instalaciones. Esta peculiaridad no solo añade un toque de emoción al viaje, sino que también es un testimonio de la habilidad de los ingenieros que diseñaron el trazado.
Los dos vagones, cada uno con capacidad para 70 personas, se mueven a una velocidad máxima de 5 metros por segundo (18 km/h). El sistema de seguridad es exhaustivo: cada día, antes de la apertura al público, se realiza un viaje de prueba sin pasajeros, y anualmente se lleva a cabo una revisión completa del cable de acero por parte de personal especializado.
Más Allá del Viaje: Artxanda, un Oasis Urbano #
El viaje en funicular es solo el comienzo de la experiencia. Una vez en la cima, el monte Artxanda se revela como un auténtico oasis de tranquilidad a un paso de la bulliciosa ciudad. Este espacio verde, pulmón natural de Bilbao, ofrece múltiples opciones de ocio y esparcimiento.
Los visitantes pueden disfrutar de agradables paseos por sus senderos, practicar deporte en las instalaciones disponibles o simplemente relajarse contemplando las vistas. Para los amantes de la gastronomía, Artxanda reserva algunas sorpresas. Varios restaurantes ofrecen la oportunidad de degustar la famosa cocina vasca, destacando especialmente el Txakoli Simón, reconocido por sus excelentes carnes a la parrilla.
En el pasado, la cima de Artxanda albergaba un casino que atraía a la burguesía bilbaína. Aunque el edificio fue destruido durante la Guerra Civil, el monte no ha perdido su carácter de lugar de encuentro y esparcimiento para los habitantes de Bilbao.
Información Práctica: Un Viaje al Alcance de Todos #
El Funicular de Artxanda está diseñado para ser accesible a todos los públicos. Su horario de funcionamiento es amplio: de lunes a sábado opera desde las 7:15 hasta las 22:00, mientras que los domingos y festivos el servicio comienza a las 8:15. Durante los meses de verano (de junio a septiembre), el horario se extiende hasta las 23:00 para permitir disfrutar de las agradables noches estivales.
Los trenes tienen una frecuencia de salida de 15 minutos, lo que evita largas esperas. En cuanto a las tarifas, son muy asequibles: a fecha de septiembre de 2024, el billete sencillo cuesta 2,50€, mientras que el de ida y vuelta tiene un precio de 4,30€. Además, se ofrece una tarifa reducida de 0,32€ para niños de 6 y 7 años, usuarios de Gizatrans, centros escolares y titulares de la tarjeta Bilbotrans.
Para los residentes y visitantes frecuentes, el uso de la tarjeta Barik (el sistema de transporte integrado de Bilbao) resulta especialmente ventajoso, con un coste por viaje de solo 0,32€. También se acepta la tarjeta turística Bilbao Card, que ofrece descuentos en diversos atractivos de la ciudad.
El Funicular de Artxanda: Una Experiencia Imprescindible #
Para los bilbaínos, el Funicular de Artxanda es mucho más que un medio de transporte. Es parte integral de la identidad de la ciudad, un testigo silencioso de su historia y su evolución. Ha visto crecer a generaciones, ha sido escenario de innumerables momentos especiales y sigue siendo un recordatorio constante de la belleza y la singularidad de Bilbao.
Para los visitantes, un viaje en el Funicular de Artxanda ofrece la oportunidad de experimentar la ciudad desde una perspectiva única. Es una forma de conectar con el pasado y el presente de Bilbao, de sentir su pulso y su espíritu. Desde las alturas de Artxanda, es fácil entender por qué los bilbaínos sienten tanto orgullo por su ciudad.
Ya sea al amanecer, cuando la ciudad despierta lentamente, o al atardecer, cuando las luces comienzan a iluminar las calles, el viaje en el Funicular de Artxanda promete ser una experiencia inolvidable. Es, sin duda, una de las mejores formas de capturar la esencia de Bilbao y llevarse un recuerdo imborrable de esta fascinante ciudad vasca.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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