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Basílica de la Virgen de Begoña

Un emblema espiritual en el corazón de Bilbao

Basílica de la Virgen de Begoña

Coronando una colina que domina la ciudad de Bilbao, la Basílica de la Virgen de Begoña se alza majestuosa, un faro de fe y cultura vasca que ha guiado a generaciones de bilbaínos y vizcaínos. Este santuario, dedicado a la patrona de Vizcaya, no es solo un lugar de culto, sino un tesoro arquitectónico que cautiva a visitantes de todo el mundo.

Conocida cariñosamente como la "Amatxu" (Madrecita en euskera) por los bilbaínos, la Basílica de Begoña ha sido durante siglos el corazón espiritual de la ciudad. Su silueta, visible desde gran parte de Bilbao, es un recordatorio constante de la rica historia y las profundas tradiciones que han moldeado la identidad de esta tierra.

Una historia tejida en piedra y fe #

Los orígenes de la Basílica de Begoña se pierden en la bruma de la leyenda. La tradición habla de una aparición mariana en el año 1300, cuando la Virgen se manifestó sobre un roble en este mismo lugar. Este evento mítico dio inicio a una devoción que ha perdurado a través de los siglos, convirtiéndose en parte integral de la identidad bilbaína.

La construcción del templo actual comenzó en 1519, sobre los cimientos de una ermita anterior. Las obras se prolongaron durante más de un siglo, un período que vio cambios significativos en los estilos arquitectónicos y en la propia sociedad vasca. Finalmente, en 1620, la Basílica de Begoña fue consagrada, convirtiéndose oficialmente en el hogar espiritual de la "Amatxu".

Es fascinante notar cómo la historia marítima de Bilbao está entretejida en los muros de la basílica. Muchos bilbaínos con negocios en el mar ayudaron a financiar la construcción del templo, y como testimonio de su gratitud, se pueden observar marcas de mercader talladas en los capiteles y las ventanas, un detalle que conecta el patrimonio religioso con la tradición naval de la villa.

Un prodigio arquitectónico entre lo gótico y lo renacentista #

La Basílica de Begoña es un testimonio de la transición entre el gótico tardío y el renacimiento temprano en la arquitectura religiosa española. Su diseño único combina la verticalidad y luminosidad características del gótico con la sobriedad y equilibrio propios del renacimiento.

El edificio pertenece a la familia del gótico tardío -gótico de inercia- de comienzos del siglo XVI. La estructura descansa en muros de sillería caliza y en dos filas de cinco pilares cada una, que soportan las bóvedas de las dieciocho "capillas", formando una elástica red de nervios de variado y complejo diseño.

Las formas góticas se aprecian en los pilares exentos y en los adosados a los muros, conformados por columnillas con capiteles vegetales. También se distinguen en las ventanas apuntadas con molduras, en el abovedamiento a base de redes de nervios, y en las dos portadas laterales con arcos apuntados.

La fachada principal, obra del arquitecto Martín de Gaínza y construida entre 1604 y 1608, es un magnífico ejemplo del estilo renacentista. Un gran arco de medio punto enmarca la puerta principal, flanqueado por columnas dóricas que sostienen un frontón triangular. Esta composición clásica contrasta bellamente con el interior gótico, creando una transición visual que simboliza el paso entre el mundo terrenal y el espiritual.

Al cruzar el umbral, los visitantes se encuentran en un espacio que parece desafiar la gravedad. El interior sorprende por su amplitud y luminosidad. La planta de cruz latina se divide en tres naves de igual altura, una disposición conocida como "hallenkirche" o iglesia de salón, que permite que la luz inunde el espacio a través de los grandes ventanales.

El corazón de la basílica: arte y devoción #

El punto focal de la Basílica de Begoña es su magnífico retablo mayor. El retablo actual, que sustituye al original destruido durante la primera Guerra Carlista, es una obra neoclásica de estilo isabelino con policromía dorada, diseñada por Modesto Echániz en 1869.

Está compuesto de tres calles separadas por cuatro imponentes columnas y estructurado en banco alto, cuerpo y remate. En el centro del retablo se encuentra la joya más preciada de la basílica: la imagen de la Virgen de Begoña.

Esta talla gótica del siglo XIV, de poco más de un metro de altura, representa a la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús. A pesar de su antigüedad, la dulzura de su expresión y la delicadeza de su talla siguen conmoviendo a los fieles que acuden a ella en busca de consuelo y protección.

Escoltando a la Madre de Dios, se encuentran las tallas de San José con el niño y del Sagrado Corazón de Jesús, ambas del siglo XIX. En el ático, la figura de una paloma, símbolo del Espíritu Santo, corona el conjunto, mientras dos enormes angelotes parecen custodiarla.

El altar destaca por su mesa de mármol de Carrara, parcialmente policromada y con el anagrama coronado de la Virgen, añadiendo un toque de refinamiento y simbolismo al conjunto.

Un tesoro artístico: pinturas y otros elementos #

La Basílica de Begoña alberga una impresionante colección de obras de arte que enriquecen su interior. En los muros laterales cuelgan nueve lienzos al óleo de temas sobre la Sagrada Familia, resaltando la figura de San José. Estas obras, procedentes de la escuela sevillana y copias de Murillo, fueron realizadas en el siglo XVIII.

Entre estas pinturas podemos admirar escenas como "El Sueño de José", "La Epifanía", "La Adoración de los pastores", "La Natividad de María", "La huida a Egipto", "La Sagrada Familia y San Juan niño", "Jesús entre los doctores", y "La Muerte de José".

Dos pinturas de gran formato destacan por su importancia histórica: "La Coronación de la Virgen de Begoña el 8 de septiembre de 1900", obra de José de Echenagusia, y "La Bajada en procesión", un lienzo al óleo de Ramón de Elorriaga que conmemora la procesión de la Virgen durante la epidemia de cólera de 1855.

Otros elementos notables incluyen un sagrario de piedra con puertas de hierro de estilo hispano-flamenco, datado entre 1500 y 1520, y una imponente pila bautismal del siglo XVIII realizada en mármol jaspeado de Ereño.

La torre: centinela de Bilbao #

La torre-campanario de la Basílica de Begoña, diseñada por José María Basterra y construida en 1901, es uno de sus elementos más característicos. Se eleva hasta los 62 metros de altura, convirtiéndose en un hito visible desde gran parte de la ciudad.

Alberga 24 campanas capaces de tocar hasta 7 melodías diferentes, llenando el aire de Bilbao con sus sonidos armoniosos durante las celebraciones. Para quienes se aventuran a subir, la torre ofrece unas vistas panorámicas incomparables de Bilbao, permitiendo apreciar la evolución de la ciudad desde el casco antiguo hasta las modernas construcciones.

La música en la basílica: el órgano de Cavaillé-Coll #

La experiencia auditiva en la Basílica de Begoña se ve enriquecida por la presencia de un magnífico órgano. Situado en el coro, este instrumento de estilo romántico fue construido en París en 1884 por la prestigiosa casa Cavaillé-Coll, considerada la mejor organería del siglo XIX.

El órgano consta de 15 registros distribuidos en dos teclados y pedal. A lo largo de los años ha sido objeto de cuidados y restauraciones, la más reciente en 2016, que han permitido mantener su esplendor original. Su presencia no solo enriquece las celebraciones litúrgicas, sino que también convierte a la Basílica de Begoña en un espacio privilegiado para conciertos y recitales de música sacra.

Más allá de la piedra: tradiciones vivas #

La Basílica de Begoña no es solo un monumento del pasado; es un organismo vivo que late al ritmo de las tradiciones y la fe del pueblo vasco. Cada 11 de octubre, la ciudad entera se vuelca en la celebración de la festividad de la Virgen de Begoña. Las calles se llenan de color y música mientras miles de devotos participan en una multitudinaria romería que culmina en la basílica.

Esta peregrinación anual es solo la más visible de las muchas tradiciones que mantienen vivo el espíritu de Begoña. A lo largo del año, numerosos fieles suben las 311 escaleras de las Calzadas de Mallona, cumpliendo promesas o buscando un momento de paz en el ajetreado mundo moderno.

La devoción a la Virgen de Begoña trasciende las fronteras de Vizcaya. Como patrona de la Marina Mercante española, la "Amatxu" es venerada por marineros de toda la costa cantábrica. Muchos barcos llevan su imagen en la proa, y no es raro encontrar exvotos marinos en la basílica, testimonio de su papel protector en las aguas del Cantábrico.

Un legado para el futuro #

A pesar de su antigüedad, la Basílica de Begoña mira hacia el futuro con optimismo. Entre 1993 y 1994 se llevó a cabo una importante restauración que no solo devolvió el esplendor a sus piedras, sino que también la preparó para enfrentar los desafíos del nuevo milenio. La limpieza de su característica piedra arenisca reveló detalles arquitectónicos largo tiempo ocultos, permitiendo a los visitantes apreciar la basílica como nunca antes.

Esta restauración también incluyó mejoras en la accesibilidad y la conservación, asegurando que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de este tesoro arquitectónico y espiritual. La instalación de iluminación moderna realza la belleza del edificio por la noche, creando un espectáculo visual que atrae tanto a locales como a turistas.

La Amatxu de los bilbaínos #

La Basílica de la Virgen de Begoña es mucho más que un edificio histórico o un lugar de culto. Es un símbolo vivo de la identidad y la cultura vasca, un puente entre el pasado y el presente de Bilbao. Su presencia imponente en lo alto de la ciudad es un recordatorio constante de las raíces y valores que han forjado el carácter de esta tierra.

La devoción a la Virgen de Begoña es una tradición profundamente arraigada en Bilbao. Desde el siglo XV, los marineros y pescadores vascos rezaban a la Virgen pidiendo suerte y protección en alta mar. Hoy en día, es bastante frecuente ver a la plantilla del Athletic agradeciendo sus victorias en el interior de la basílica, una muestra de cómo la fe y la cultura popular se entrelazan en torno a la "Amatxu".

Aunque la Catedral de Santiago es más antigua y tiene más importancia histórica, la Basílica de Begoña ha sido considerada desde siempre "la iglesia del pueblo". Su conexión con la vida cotidiana de los bilbaínos la ha convertido en un punto de referencia espiritual y cultural que trasciende lo meramente religioso.

Para el visitante, la experiencia de ascender a Begoña, ya sea por las escaleras tradicionales o utilizando los medios modernos, es un viaje a través de la historia y la espiritualidad vascas. Cada piedra, cada imagen, cada rincón de la basílica cuenta una historia de fe, resistencia y comunidad que ha definido a Bilbao durante siglos.

Ya sea que uno busque una experiencia espiritual, una lección de historia o simplemente unas vistas incomparables de la ciudad, la Basílica de la Virgen de Begoña ofrece todo esto y más. Es un destino imprescindible para cualquiera que desee comprender verdaderamente el alma de Bilbao y del pueblo vasco, un lugar donde el pasado y el presente se funden en una experiencia única e inolvidable.

En resumen, la Basílica de Begoña, con su rica historia, su impresionante arquitectura y su profundo significado cultural y espiritual, sigue siendo un faro de fe y tradición en el corazón de Bilbao. Más que un monumento, es un testigo vivo de la evolución de la ciudad y un símbolo perdurable de la identidad vasca.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

Basílica de la Virgen de Begoña

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